Capítulo XVII

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Mientras el pelinegro relataba su historia en la cocina, Han se encontraban en silencio buscando entre las medicinas del botiquín para curar las heridas de Minho. Cuando tuvo a mano todo lo que necesitaba, volteó hacia Minho el cual aún lloraba silenciosamente.

-¿Seguro que no quieres ir al hospital? - preguntó Han.

Minho negó con la cabeza e intentó secarse las lágrimas pero la mano del otro lo detuvieron.

-No lo hagas, puedes lastimar aún más tus heridas - dijo antes de soltar el agarre y añadió - además, son hermosas.

Un leve rubor apareció en las mejillas del rubio y se intensificó cuando la mano de Jisung tocó su mejilla.

-Puede que duela un poco, no dudes en decirme si te estoy lastimando, ¿entendido?

Minho asintió. Jisung tomó una gaza y limpió cuidadosamente el rostro ensangrentado del rubio; luego, tomó un poco de alcohol para desinfeccionar la herida que el rubio tenía en la frente y en el labio inferior. Minho dejó escapar unos quejidos de dolor al sentir cómo las heridas escocían por el líquido.

-¿Cómo te sientes? - preguntó dulcemente.

Minho tensó los músculos de su mandíbula intentando contenerse, cerró los ojos y respiró profundo. Jisung esperó pacientemente hasta que el rubio decidió hablar.

-Tengo miedo... -dijo sinceramente.

En su voz se podía notar lo aterrado que estaba. Jisung se detuvo para contemplarlo, parecía estar sufriendo, él quería ayudarlo de alguna manera pero no sabía cómo. Así que optó por poner una de sus manos sobre la mejilla del rubio y acariciarla suavemente mientras observaba cómo las lágrimas comenzaban a desbordarse una vez más. Minho buscó la calidez de aquella mano, parecía un pequeño gatito restregándose en la palma de la mano de su amo.

Jisung se quedó estático observando aquella imagen, su corazón comenzó a latir con fuerza, a ese paso Minho podría escucharlo. El rubio de pronto abrió sus ojos mirando al frente, si Jisung no supiera que Minho era ciego, juraría que el chico lo estaba viendo.

El rubio tenía unos ojos castaños coronados por unas pestañas largas que lucían increíbles con su pálida piel y su nariz perfilada. Sin poder evitarlo, Jisung se acercó a Minho, estaba a centímetros de su cara, podía sentir ambos alientos mezclándose. Minho no se movió, era consciente de la cercanía de Jisung pero no le molestaba la poca distancia que había entre ellos en ese momento; al contrario, su corazón comenzó a latir desenfrenadamente.

Han no se pudo contener más y sin pensarlo besó el pequeño lunar que Minho tenía en su nariz. El rubio contuvo el aliento y una pequeña lágrima escapó de uno de sus ojos. Han se encontraba embelazado con aquella imagen cuando sintió como Minho suspiraba abriendo su boca dejando que su aliento rozara levemente el cuello de Han.

-Min... Yo... - susurró muy cerca de los labios del rubio- No quiero lastimarte... Pero... No... puedo... Resistirme más...

-No te resistas... - susurró Minho.

Jisung no espero más y se acercó al rubio terminando de acortar la poca distancia que los separaba. Los labios de Minho era suaves y sabían un poco salados y a hierro por la sangre y las lágrimas. El rubio lo besaba tímidamente y se sentía increíble, no era que no supiera besar, sólo que la última vez que había besado a alguien lo habían lastimado; sin embargo, esa timidez no era suficiente para Han que había esperado por aquello tanto tiempo, él quería más y más de aquella boca, que era mejor de lo que había llegado a imaginar.
Jisung lentamente fue profundizando el beso, guiando a Minho y esperando que el rubio lo dejara seguir. Al no sentir resistencia, mordió un poco el labio del chico y éste respondió con un pequeño quejido de placer; aprovechando ese instante, Han introdujo su lengua en la cavidad bucal de Minho rozando ambas lenguas. Minho dejó escapar más suspiros y quejidos mientras Jisung seguía mordiendo, succionando, lamiendo y saboreando cada rincón de la boca del rubio.

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