Rubia vs rubio

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Lucy volvió a abrir sus ojos, despertándose otra vez en su cama. Soltó un bufido, considerando que esto podría ser rutinario.

Levantó su brazo izquierdo y lo apoyó por encima de sus ojos. No era porque le molestaba la luz del sol, ya que actualmente, era de noche. Pero igual, sintió la necesidad de taparse.

- ¿qué día es hoy?- gruñó, pensando que su voz le indicaba que se encontraba algo resfriada.

Soltó un suspiro, no por algo en específico. Pero sintió que esta vez sí había logrado descansar correctamente. Es decir, sí, ha estado durmiendo más de lo que debería durante la semana pasada, pero siempre terminaba igual de cansada.

Estaba mejor que otros días, pero no relajada. Todavía tenía cosas que hacer, y si no las resolvía ahora, empeorarán después.

Tuvo que admitir que el estar con sus amigos había servido de mucho. No abrió su boca para derramar el té, y aún así, sintió que el peso sobre sus hombros era más ligero.

De un momento a otro, escuchó el suave sonido de unos pies golpeando el suelo alfombrado de su habitación, y supo exactamente quién era.

No se molestó en abrir sus ojos. Sólo conocía a una persona que optaba entrar por la ventana en lugar de la puerta.

Escuchó a Natsu caminar hacia la lámpara al lado de su cama, sin siquiera molestarse en saludarla, la encendió. La habitación se iluminó y la rubia gimió por lo molesto que era.

Por lo general, Lucy le habría gritado, pero no tenía energía para hacerlo. Simplemente rodó sobre su estómago y enterró su cara en la almohada.

Ella sintió una mirada, y supo que que él tenía sus ojos sobre ella.

- ¿qué quieres, Natsu?- preguntó con un gritó ahogado por su almohada.

Aún así, él no habló.

¿Y si no fuese Natsu?

En un movimiento rápido, se sentó en su propia cama, sorprendentemente calmada al verlo.

- ¿por qué no me respondes?- quiso saber ella, mirando al rubio delante suyo. Bueno, realmente, no era Natsu quien estaba ahí, sino que Sting, quien podría ser su mellizo, en cuanto a personalidades.

Mientras que él la recorría con su mirada, ella sólo pudo pensar en que no lo había visto últimamente. O mejor dicho, había sido el más calmado en actuar. Nada de besos ni confesiones. Pero igual, queriendo lo mejor para ella.

- te ves como una mierda- dijo finalmente el rubio, no supo si se veía enojado o preocupado.

Sin embargo, ella retiraba lo dicho anteriormente, él estaba actuando menos galán y más... ¿indiferente? Aunque no era así, sólo estaba acostumbrado a sus coqueteos. Se ha estado comportando algo extraño desde.... ¿Desde cuándo?

Sin embargo, no le disgustaba. Era como la primera vez que se hablaron por la ventana, él siendo el chico malo que la convenció de escubullirse a un bar a altas horas de la noche. Solamente con una pizca de una actitud de mierda que le recodaba al Sting Eucliffe de la antigua era oscura de Sabertooth, dirigido por Jiemma.

- bien, gracias por la observación innecesaria- replicó ella. Con algo más de ánimos.

Su declaración había sido tan cierta como para refutarla. No se había duchado en dos días o más y su apariencia era un desastre. La muchacha sabía que olía mal y que su cabello debía de parecerse a un nido de pájaros.

Pero eso no le había importado últimamente.

- sabemos que estás mal pero no puedes usarlo como excusa para todo

Reencarné como la villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora