¿Qué le pasó a Rosie Donovan? [¿Qué nos pasó? 2]

4: Pésima mentirosa.

THOMAS

Qué calor.

Mi pulso esta acelerado, bombeando sangre a toda costa.

Correr es cansado amigos, el entrenamiento es un más pesado a medio día y con hambre te pone el humor de pelos.

El entrenador usa su silbato llamando nuestra atención—. ¡El entrenamiento acabó! —exclamó.

Suspiré y comencé a caminar hacia las gradas tomando mi mochila para sacar mi botella de agua y beber de ella.

—¿Soy yo o hace más calor de lo normal? —me preguntó Derek aún lado de mí entre jadeos.

—Definitivamente hace más calor de lo normal —le respondí y bebí un poco más de agua.

Nos dirigimos a los vestidores de los chicos, tomé de mi casillero mis cosas de uso personal para darme una ducha en las regaderas.

Una vez que salí de los vestidores junto a Derek, era justo la hora de salida de la escuela. El caminó hasta la salida parecía eterno, Derek venía en su celular, parecía hablar con alguien.

—Me estoy poniendo celoso —bromeo capturando toda su atención.

Él me miró y guardó su teléfono—. Es la chica de la cafetería, ¿la recuerdas? —cuestionó y yo asentí con la cabeza—. Su nombre es Amara.

Le sonrío y golpeo su hombro—. Casanova, nunca te quedas con ganas de algo tú —le digo en tono burlón.

Se encoge de hombros y enarca ambas cejas—. ¿Qué te puedo decir?, soy irresistible.

—¡Qué modesto! —exclamó una voz chillona a un lado de nosotros. Ambos la miramos y era Alice, ella es amiga de nosotros desde el año pasado que recién entro a esta escuela. De cabello rubio y largo, ojos verdes y tez blanca.

Continuamos nuestro camino a la salida charlando, una vez que estábamos afuera el sol ardiente cayó sobre nuestros cuerpos sintiéndose más intenso de lo que normalmente es.

—Thomas —una voz masculina habló detrás de mí, me giré rápidamente encontrándome con Adam, un chico de nuevo ingreso y nuevo integrante del equipo, muy bueno, por cierto. Junto a él estaba Bárbara, una chica de tez muy blanca, cabello y ojos marrón, estatura baja y bastante tierna—. Olvidaste esto —me dijo entregándome mi celular.

Mis ojos se abrieron con sorpresa—. Gracias amigo —le sonreí y lo tomé.

—No hay de qué —me devolvió la sonrisa y chocamos puños. Él y Bárbara pasaron delante de nosotros subiendo al jeep negro de él.

Les diré como es que sé tanto de todos por acá. Nuestra escuela abarca desde primaria hasta preparatoria, prácticamente los conozco desde siempre pero no soy de frecuentarlos, cada quien tiene su círculo social acá.