5: Jodido privilegio.

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ROSIE

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ROSIE

—¡Ah no lo puedo creer! —exclamó Renata bastante entusiasmada—. ¡Estoy hiperventilando!

Meneo la cabeza con una sonrisa y le tomo los hombros para dejarle claro que esto no es un sueño y que André si la acababa de invitar a salir hoy por la noche ya que hoy es viernes por fin.

La semana había continuado normal, resumiéndose en escuela, baile, dormir, comer y Thomas.

—Tranquila —le dije con una sonrisa—. Te la pasarás genial.

Ella me sonríe con calidez y me abraza. Ya era hora de volver a nuestros hogares por fin, Kendall y yo vamos de camino a casa, veo que Derek ya ha llegado debido a que su auto y el de Thomas están aquí. Entro por la puerta de la cochera que da directo a la cocina y está Maggie preparando merienda.

—Hola Maggie —la saluda Kendall con una sonrisa y se dirige a su habitación.

—¿Quiénes están allá? —preguntó señalando con mis ojos a un lado ya que ahí está la puerta que da al patio trasero.

—Derek y sus amigos.

Asiento y camino hasta mi habitación para quitarme el uniforme ya que me estoy muriendo de calor. Tomó unos shorts y una camiseta blanca básica, amarró mi cabello en un moño desordenado. Lanzo el uniforme a la ropa sucia y salgo de mi habitación ya que muero de hambre.

Al llegar a la cocina no hay nadie, sólo una espalda perfectamente marcada. Y la conozco tan bien.

Thomas.

—Hola ladrón de comida —le digo al ver que está comiendo algo que está sobre la barra y probablemente sea mi comida.

Él me mira por encima de su hombro y sonríe girándose frente a mí, dándome acceso a observar sus increíbles abdominales, la perfecta V marcado en la parte superior de su abdomen y sus increíbles bíceps. Sus facciones bien definidas, su nariz afilada, sus bellos ojos miel mirándome fijamente y sus pestañas alargadas con un rizo natural que me da una maldita envidia y ni hablar de sus carnosos labios los cuales recién se acaba de lamer dejándolos húmedos y más deseables de lo que ya son.

—Hola Rose —me sonrió.

—¿Rose?, ¿por qué tan serio? —me senté a un lado de él—. ¿Por fin me dirás quién es la desafortunada por la que andas derramando litros de saliva?

El carcajea un poco—. Ya te dije mis condiciones para decírtelo.

Ruedo los ojos y sonrío—. Entonces me quedaré con la duda.

El timbre suena haciendo que nuestro contacto visual se interrumpa. Me pongo de pie y comienzo a caminar hasta la puerta, la abro y me impresiona bastante ver a la persona que esta parada justo frente a mí.

¿Qué le pasó a Rosie Donovan? [¿Qué nos pasó? 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora