Rosie Donovan, la segunda de los hermanos Donovan.
El enigma familiar, la alegría y destello especial. Eso poseía Rosie.
¿Qué le pasó?, ¿Qué hizo?, ¿Qué decisiones tomó?, ¿Por qué hizo eso?, ¿Está viva?
Las personas especulan respecto a lo que en re...
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Estábamos en la azotea de la cabaña de Dave donde había un vivero de cristal, inmenso, precioso, mágico... iluminado con pequeñas bombillas que emitían una luz blanca preciosa, una luz casi perezosa que daba la ilusión de ser las estrellas mismas. Parecía ser más un pequeño rincón de la realidad, el pasillo estrecho frente a mí, llevaba directo a una sala exterior, se veía acogedora.
—Sabía que te gustaría —habló detrás de mí, con su voz siendo un ronco susurro que me erizó la piel por completo.
Lo encaré con una sonrisa de oreja a oreja, con una presión hermosa en el pecho, Thomas hacia que cada momento fuera único, memorable, hermoso...—. Es hermoso —confesé en un susurro, detallando sus ojos miel que, bajo la semioscuridad, parecían castaños.
Me acerqué a él colocando mis manos en su cuello con suavidad, sus manos tomaron mi cintura, una caricia varonil, protectora y sensual que me hizo humedecer mis labios, sus labios lucían suaves y tan tentadores, un carnoso perfecto que resultaba erótico, con aquella figura de corazón en la parte superior. Tragué grueso y volví a sus ojos sintiendo el acaloramiento en mis mejillas.
Habla cobarde. Confiésale todo.
Cállate maldita consciencia disfrazada de musa de Hércules.
—Hueles... —inspiró profundo mientras se inclinaba hacia mí y el roce de su nariz en mi cuello mando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo—, muy bien...
—Thomas —musité, mi voz sonó débil, vulnerable. Pero era lo que en realidad él me hacía sentir, vulnerable en el buen sentido. Sentía con él de todo, sentimientos distintos a los que tengo por Dave, distintos pero similares, ambos me protegen y me hacen sentir amada, pero con Thomas todo comenzó desde pequeños, desde esa primera vez que él me celó, que interrogaba a los chicos con los que yo salía para evitar mis sentimientos por él, ¿Qué más puedo perder? Ya no quiero reprimir mis sentimientos por él, sentimientos que solo toman más fuerza, más intensidad, más de todo...—. Arriesguémonos —suspiré—, la maldita vida es un suspiro, nuestros sentimientos son... algo mutuo desde que tenemos memoria, algo intenso y genuino... ¿Por cuánto más tenemos que pasar para aceptar lo que sentimos?, ¿más parejas idiotas y disfuncionales?, ¿otra droga?, ¿otra pelea en la que no nos hablemos por meses? Maldita sea, no, arriesgue...
Mis palabras fueron interrumpidas por los labios de Thomas, el impacto de sus labios suaves y carnosos contra los míos liberó un gemido desde lo más profundo de mi garganta. Le respondí de inmediato el beso con la misma intensidad, con la misma euforia, el mismo deseo, un beso que decía todo, cargado de sentimientos. Sus labios envolvían los míos con una humedad deliciosa, un roce suave y poco gentil que me encantó. Segundos después me percaté de que sostenía mi rostro entre sus manos y que yo estaba aferrada a sus muñecas para que no me soltara, pero poco después, el beso fue más intenso, sus manos pasaron a mi cintura y colisionó su cuerpo al mío, sentía una superficie plana y dura en mi espalda, ni siquiera me percaté de cuando fue que comenzamos a movernos, pero lo tenía tan cerca de mí devorando mi boca, saboreando mi cuerpo con sus manos firmes...