Me rindo

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Estaba tan de mal humor que ya no termine de escribir todo lo que pasó el día del torneo ese. Sigamos pues. Después de dejar en su lugar al tipo ese regrese al vestidor y me cambie, todo bien hasta ahora, o eso creí. Regresé a las gradas me senté, nada del otro mundo. Pasó un buen rato, yo sólo estaba ahí sentado sin molestar a nadie. De repente comencé a sentir muchísima picazón. Lo soporte un rato hasta que de verdad se hizo insoportable. Esa sensación me estaba volviendo loco. No pude soportarlo más así que me salí corriendo de ahí sin dirección. Sentí como que alguien me jalaba hacia los vestidores, no me fije quien.

Llegamos a los vestidores esa persona, que hasta ese momento seguía sin darme cuenta quien era, me ayudó a quitarme esa ropa que me causaba una picazón horrible y me metió a las duchas. Estuve un rato bajo el agua hasta que me calme. Ya calmado me di cuenta de que estaba totalmente desnudo y no sólo eso de que alguien me desnudó. Me invadió la vergüenza. Una parte de mi quería saber quien me ayudó y la otra no. De la nada escuché una conocida voz rasposa. Comencé a llorar. Escuche esa voz decirme "Shun, ¿estas bien hermanito?". Quería que me tragara la tierra. No podía ser posible. Era mi hermano, Ikki mi hermano, parado detrás de la puerta de la regadera. Él fue quien me llevó hacia los vestidores, me ayudó a quitarme esa ropa que me causaba picazón loca y me metió a la ducha. Miles de ideas me golpearon por ejemplo: no entiendo ¿Que hace mi hermano aquí, justamente hoy? Hoy es el único día que no quiero que me vea, hoy en este torneo insufrible. No quería que mi hermano me viera actuando como un celoso, posesivo y violento. Todos menos él.

No supe que hacer me quede ahí llorando bajo la lluvia de la regadera. La puerta se abrió y si era él. De todas las personas del mundo Ikki es él único que no quiero que me vea así en esa pose lastimera. Me prometí que nunca más dejaría que mi hermano viera lo débil y patético que soy. Quiero que me vea como un hombre fuerte, que se sienta orgulloso de presumir que yo soy su hermano menor, pero ¡oh cruel realidad! ahí estábamos. Tanto tiempo negué y renegué de mi hermano, que quería cortar lazos dije, que ya no los necesito dije, que ya no iba a permitir que nadie pasará sobre de mi dije, que soy autosuficiente dije, y ¡oh despiadada realidad! yo de nuevo siendo salvado por mi hermano mayor. ¿Que es acaso un pecado buscar la autonomía que los dioses constantemente me recuerdan que no puedo acceder a ella? ¿Que acaso debo aceptar mi destino y no ser más que un soldado que sigue órdenes?

En medio de mi llanto y soliloquio melodramático sentí la suave espuma contra mi piel. Esas manos callosas lavando mi piel irritada y cabello. Ya en ese punto me había rendido. Si no puedo ser más que la princesa en apuros que de vez en cuando tiene momentos heroicos, que así sea. Durante un lapso de tiempo que yo sentí eterno pero que al parecer fueron tres minutos, reinó el silencio. Una vez terminada la peor ducha de mi vida me deje llevar cual títere sin alma, siendo sincero así es como me sentía en ese momento, Ikki me puso ropa limpia, se sentó a mi lado, me abrazó y rompí en llanto. Ahí nos quedamos sin decir nada, no había nada que decir. Saqué todo lo que traía dentro acumulado en esas lágrimas y vaya que se sintió genial y liberador. Ya que me desahogue Ikki me dijo, bueno ordenó, "ve, termina lo que viniste a hacer, despídete de quien tengas que despedirte y después te llevaré de regreso conmigo al Santuario, no me importa si al llegar allá te arrepientes e intentas escapar te encadenaré y amarraré si es necesario, nunca dejaré que te apartes de mi de nuevo". Sobra decir que no me opuse. En ese momento me sentía tan vacío por dentro que estaba listo para convertirme en marioneta de mi hermano.

Regresé a las gradas a esperar mis siguientes combates para terminar con esto. En ese momento me di cuenta que no sería capaz de despedirme de Xareni, mi amada musa encantadora yo tuve que dejarte para volver a donde me marca el destino, me duele profundamente no compartir el resto de mi vida contigo pero en honor a mi amor por ti ganaré este torneo de acuerdo a tus deseos. Adios, mi extravagante princesa, dueña de mi corazón, siempre te recordaré, deseando estar a tu lado pero lamentablemente no es el camino que marcan las estrellas. ¡Ah! las lágrimas, después termino de escribir que pasó ese día.

Cambiaste mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora