Espartano

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Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero estás también pueden convertirse en innumerables relatos cargados de emoción.

(Lo confieso, la multimedia me inspiró para escribir este shot)

Ambientación: Universo alternativo - Mitología griega (Batalla de las Termópilas)

Tiempo: Agosto-Septiembre del año 480 a.C.

Contenido: La batalla de las Termópilas tuvo lugar durante la II Guerra Médica; donde una alianza de las polis griegas lideradas por Esparta (en tierra) y Atenas (por mar), se unieron para detener la invasión del Imperio Persa de Jerjes I. 

Esparta siempre había sido una sociedad de guerreros con un régimen militar estricto, aplicado a los varones desde la infancia para convertirlos en hombres fuertes y aguerridos que jamás abandonarían una batalla ni le darían la espalda al enemigo

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Esparta siempre había sido una sociedad de guerreros con un régimen militar estricto, aplicado a los varones desde la infancia para convertirlos en hombres fuertes y aguerridos que jamás abandonarían una batalla ni le darían la espalda al enemigo.

Por eso, ese fatídico día en que un emisario persa apareció en las puertas de la capital pidiendo la rendición y sometimiento de las polis griegas, Bakugō Katsuki supo que la guerra estaba cerca y era inevitable.

Su semblante enfurecido no tembló ni un ápice cuando contempló a su rey, Endeavor, arrojar al abismo a aquellos heraldos de la muerte que amenazaban con la seguridad de las gentes de Esparta. Estuvo de acuerdo con las decisiones de su aleonado rey, pues él mismo se encargó de rebanar las gargantas de los escoltas del emisario; con su espada bebiendo la sangre de sus enemigos y a los futuros que masacraría en cuanto recibiera órdenes de partir a la batalla.

Con el mismo furor y enardecimiento de enzarzarse en una trifulca campal contra los persas, el rudo espartano también sintió el temor y la pérdida de dejar atrás a su familia, puesto que al correr la noticia entre las huestes y los ciudadanos espartanos sabía que su esposa no querría que se marchara.

Porque él sabía que se iría.

Lo deseara o no, su Rey le dio una firme mirada cargada de entendimiento. Bakugō cuadró sus hombros e hizo una leve reverencia con su cabeza, sin necesidad de más gestos vasallos que la fidelidad y entrega plena a su soberano.

Pero cuando llegó a su hogar, dispuesto a darle las malas nuevas a su esposa, su corazón se encogió dolorosamente en su pecho al verla acunar a su hijo en sus brazos protectores. Había demasiada dulzura y amor en aquel gesto, y también demasiada tristeza y desesperación en los ojos de (Nombre) cuando levantó la mirada hacia su esposo y supo que en unos días tendrían que despedirse.

Ella apartó sus ojos de los suyos, herida emocionalmente porque no podía reclamarle a su Rey que uno de sus más fuertes y valerosos guerreros permanecieran en Esparta junto a su familia. Ese cometido era asignado para los jóvenes luchadores y ancianos no válidos para viajar deprisa y batallar con energía. Aún así y a pesar de ese gesto de rechazo y melancolía, Bakugō se acercó a su esposa, abarcando su rostro entre sus grandes manos para besar sus labios con anhelo y un deje de desesperación.

Escenarios Katsuki BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora