Anoche Devon y yo nos quedamos solos en el departamento. Decir que fue muy incómodo es poco; el silencio al que nos sometimos mutuamente equivale exactamente a dos semanas de mi tranquilidad; después de permanecer quieta y callada mientras leía un libro y él se concentraba en el canal de política, hice un comentario en verdad desafortunado dado el cariz que tomó nuestra relación, si se la puede llamar así.
Antes de irme a la cama, despavorida por lo que dije, o más bien por lo que confesé, vi su mirada y no me costó mucho entenderla. Fue un gesto más de confusión que de exaspero; admití, con un suspiro fatigado y largo, cuánto me molesta que sea tan hermético conmigo. Según mi perspectiva saltamos ciertos puntos de cortesía y convivimos como seres humanos normales.
Desde su perspectiva, no obstante, la tregua que pactamos no incluye la amistad. Me sonrojé por el enojo de aquel comentario y abandoné mi libro en el sofá antes de encerrarme en la habitación designada. Pero no pude dormir y me la pasé toda la noche dando vueltas en mi lugar, con frío, desmesuradamente preocupada por la impresión que di al mostrar tanta debilidad en unas pocas frases.
Quizás ahora mismo Dev cree que soy una persona infantil y despechada, pero el solo hecho de aclararle las cosas me parece más inútil que el intentar crear un lazo inservible con él. Si antes no había quedado claro cuán distintos son nuestros mundos, fue bastante específico ahora. Así que salí de la tibieza de los edredones de la cama gigante y encendí la tv.
El canal de los infomerciales lleva así más de una hora. Está amaneciendo, por lo que miro el reloj encima de la chimenea en la estancia y compruebo que son las cinco menos cuarto.
—Debería irme de una vez —refunfuño, hundiéndome en el sofá de cuatro piezas.
Echo un vistazo al oscurecido pasillo y suspiro cuando me doy cuenta de que estoy sola. El penthouse cuenta con tres habitaciones. No sé quién de los muchachos se vio obligado a compartir cama con otro, pero de lo que sí estoy segura es que Eliot y Bryant llegaron muy tarde anoche. Fueron a un partido de basquetbol. Me negué a ir porque necesito prepararme para un debate del día de mañana en la clase de Hulen.
Ahora estoy muy arrepentida.
Escucho pasos en el corredor y un nudo se me forma en el estómago al presentir lo inevitable: que Dev escuchó el televisor y no tardó en suponer que tengo problemas para conciliar el sueño. Sin embargo, cuando finalmente se sienta junto a mí frente al ostentoso aparato, está más adormecido que dispuesto a continuar con la charla nocturna.
A través de las persianas entra un resquicio de luz matutina cuando alzo la vista hacia allá. Aprieto los puños tras comprobar que Dev no iniciará la conversación esta vez y que, si tenemos algo que decir, soy yo quien debe dar pie a ello.
—No pretendía ofenderte anoche —susurro, con la voz enronquecida.
Pasan algunos minutos sin que él diga nada, pero cuando volteo a mirarlo dice—: No lo hiciste. Solo fui sincero con mi respuesta. Todo esto... aunque extraño me resulta muy complicado, por ser quien eres.
Cejijunta, parpadeo sin comprender exactamente a qué se refiere.
—¿Qué pasó con la escalera?
—Tendrías que estar dormida y no pensando en eso.
—Bueno, me lo pones difícil.
—¿Se te fue el sueño porque te dije que no tengo interés alguno en ser tu amigo?
—Se me fue el sueño porque me mostré sincera contigo y a cambio recibí indiferencia. Parece que cuando regresamos al departamento de pronto te convertiste en lo que realmente eres.
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Donde habitan los demonios
Mystery / ThrillerAnnie vivió un romance de cuento de hadas. Hasta que la carroza se convirtió en calabaza. Y el príncipe en sapo.