CP. 34 - NO PUEDO MÁS.

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La habitación de Hazel es igual a las que aparecen en los catálogos de casa y decoración que a mi madre le gusta tanto hojear, asombrada miro cada cosa hasta que escucho su voz.

— ¿Te gusta?

— Si, esta preciosa.

— Me gusta más la que tengo en casa de Gabriel, es como más acogedora, ven siéntate.

Hazel apunta a un pequeño juego de sofás que decoran un costado de la habitación donde en el centro hay una mesa con delicadas flores blancas.

Después de una larga conversación donde me entero de todo lo que ha pasado en estos meses con ella, procedo a contarle mi encuentro con Denisse y su familia.

— No puedo creer que el padre de Denisse sea socio con tu padre.

— Lo peor es que no puedo hacer nada.

— Pase. — Dice Hazel apenas suena la puerta.

Clara abre la puerta generando una sonrisa en Hazel y en mi.

— Señorita Danielle, él joven Gabriel la busca.

Hazel sonríe de oreja a oreja mientras siento el nerviosismo ocupar gran parte de mi sistema. Niego con mi cabeza al momento que Hazel se sienta a mi lado tomando mi mano.

— Anda...

— No puedo, no es buena idea. — Susurro.

— Vendrá por ti, si no vas.

Sopeso la idea de que un enloquecido Gabriel me lleve a arrastras hasta quien sabe que lugar.

— Ok. — Me levanto de mi asiento y sigo a Clara.

— Clara, ¿que quiere?

— No sé, pero esta en la sala de juegos junto a su hermano.— Sigo a la mujer hasta que se detiene frente a una puerta sin abrir.

— Es aquí... no tenga miedo Gabrielito jamas le haría daño.

Tomo la manilla de la puerta encontrando a mi hermano y a él entretenidos mirando una gran pantalla con un video juego, Gabriel mira rápidamente hacia mi, volviendo los ojos hacia la pantalla.

— Vamos Dante, te quedas a cargo.

— Si, si.

Mientras Dante sigue con los ojos pegados en el juego Gabriel se acerca.

— Tenemos que hablar.

— Entiende por favor, no tenemos nada de que hablar.

— Lo que paso en el jardín.

— Lo que paso en el jardín jamás debió haber pasado. — Susurro.

— Eso no es cierto, no sabes mentir, sabes muy bien que ambos lo buscábamos, lo necesitábamos, te necesito...

— ¿Entiendes que vas a tener un hijo con Denisse?

— Si, pero no estoy feliz, no sabes lo malditamente infeliz que soy.

— Eso ya no importa... — Él jala mi brazo sacándome de la sala de juegos.

— ¿Que estas haciendo?

— Vamos.

— ¿¡A donde!?

— A donde podamos hablar.

Luego de una caminata donde distingo que estamos cerca de su habitación comienzo a jalar mi brazo de su agarre.

— ¡No, no, no!

PROFESORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora