1. Destino...encontrarte

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Le daba pequeños sorbos al café mientras el olor a cigarro de su compañero le llegaba hasta la nariz, nunca le había gustado mucho el café, pero la cafeína era la única forma de mantenerlo despierto en días tan largos como el que estaba teniendo ahora. Miró a Matías que estaba a su lado dándole las últimas caladas al vicio de la nicotina bajo el sol tibio de finales de julio, movió los hombros en círculos intentando destensarse. Estaba destrozado y patrullar barrios como ese no ayudaba a mitigar las contracturas de su espalda formadas por el estrés. Matías tiró lo que quedaba del cigarro al suelo e hizo un gesto para que entrara al auto.

- Que ganas tengo de que termine el día...- dijo su compañero una vez dentro.

-Acabamos de empezar- comentó Hernán dándole un sorbo más a su café.

-Odio venir por estos barrios... ¿Sabes por qué estamos acá?- Hernán lo miró interrogativo- Porque la cagamos la última vez, solo mandan a patrullar estos sitios a quien merece algún castigo.

Hernán reprimió una sonrisa mientras Matías comenzaba a mover el auto de la PDI en el que estaban montados. Sí, no eran los agentes de la ley más ortodoxos que existían, pero les gustaba el riesgo y no eran muy seguidores de acatar órdenes.

-Se ha visto a dos adolescentes pintando las paredes de un establecimiento público y uno de ellos cumple con las características de nuestro sospecho de tráfico- una voz de mujer salía de la radio del auto donde estaban ellos.

-¿Dirección?- preguntó Matías apretando un botón

-Calle Quinta- respondió la radio

-Eso está a dos cuadras de acá- Señaló Hernán

-Nosotros nos encargamos- le informó Matías a la radio

Su compañero dio un volantazo y desaparecieron al girar la calle.

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-Vamos weon, estamos en plena calle, pueden vernos.

Andrei sonrió de medio lado mientras seguía perfeccionando su obra de arte. Su amigo Pipe era un cobarde. Se las daba de rebelde y en cuanto hacían algo mínimamente ilegal se meaba en los pantalones como un niño chiquito.

-Te dije que te fueras a casa, pipito esto te queda grande.

-Déjate de molestar y apúrate- dijo el chico de mal humor.- ¿Qué haces? lo terminaste hace rato.

-No, no está terminado

Andrei volvía a delinear los bordes negros de su pintada una vez más. Los grafitis podrían ser protestas o un simple juego, pero para él sobre todo era arte. Odiaba dejar uno sin terminar. Después ese pensamiento lo torturaba durante todo el día y tenía que volver al mismo sitio para terminar su obra correctamente. Se mordió el labio inferior concentrado mientras repasaba las líneas con cuidado de no pintar donde no debía.

-Ya poh...- volvía a insistir Pipe haciendo movimientos con las manos y mirando a su alrededor nervioso.

-¿Tienes miedo?-Le preguntó mirándolo de reojo- no va a pasar nada.

-Eso mismo dijiste la última vez y acabamos en la comisaría.

Andrei sonrió acordándose de aquel día.

-Pero no pasó nada más, ¿verdad?- siguió razonando.- Un par de horas de sus vidas desaprovechadas por prestar demasiada atención a dos chicos que solo quieren dejar más linda la ciudad.

-¿Todo lo solucionas diciendo cosas como esa?

Andrei se encogió de hombros y dio dos pasos hacia atrás para contemplar su obra desde la distancia. Ese grafiti le estaba quedando especialmente lindo esta vez. De pronto el chirrido de las ruedas de un auto acercándose a toda velocidad sacándolo de sus pensamientos y se miraron asustados.

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