-¿Sigues queriendo dormir conmigo?
Una sonrisa estúpida igual a la de Hernán inundó la cara de Andrei antes de abalanzarse sobre él para besarlo. Allí, en esa ventana por la que tantas veces había entrado en el pasado ese policía chuncho que le robó el corazón antes de que pudiera darse cuenta.
Sus labios conectaron en un beso entre risas y suspiros, entre manos necesitadas y amor impaciente. Y sin despegar sus labios el uno del otro, Hernán terminó de entrar con un movimiento ágil en la habitación.
Sus bocas se buscaban, se pedían a gritos por esa conexión que tanto habían extrañado durante sesenta días. Las manos de Hernán lo guiaban por las caderas, empujándolo levemente a dar unos pasitos hacia atrás mientras su lengua entraba en la boca del pendejo con la misma urgencia y necesidad. Y Andrei se dejaba hacer. Porque no había un sentimiento más real y placentero que dejarse llevar por él, dejarse amar y sentir que cada poro de su piel reaccionaba ante el contacto de Hernán, ante su roce, su olor, su calor...
Los labios húmedos de Andrei sintieron frío cuando Hernán los abandonó y comenzó a besar su cuello, hambriento de él. El menor echó la cabeza hacia atrás y la visión del techo de su habitación se volvió borrosa, tenue, mientras sentía esos escalofríos que sólo Hernán sabía generarle. Todo en él era embriagador.
-Hernán... -Susurró con la voz entrecortada.
El moreno abandonó su cuello y lo miró fijo a los ojos, con las manos a cada lado de su cabeza, sujetándolo con fuerza como si tuviera miedo de que desapareciera de su lado.
-¿Duermen?
-¿Qué? -Preguntó confundido intentando enfocar los ojos.
-¿Tu familia, duerme?
-No...
Le dio un beso rápido en los labios y se alejó de él. Y una sonrisa que mezclaba ternura y calentura se asomó en sus labios cuando se dio cuenta qué estaba haciendo Hernán. Se había acercado a su escritorio y se llevaba a rastras la silla hasta la puerta, inclinándola contra ella y bloqueando el pomo. Nadie podía entrar.
-¿Tengo que sentir miedo? -Preguntó con burla al ver cómo lo miraba desde la puerta.
Sus ojos negros estaban encendidos y lo miraban tan fijo que la burla se mezclaba realmente con algo de miedo. Hernán lo miraba necesitado y ardiente y Andrei se sentía desnudo frente a él sólo con esa mirada.
Dos meses separados era demasiado tiempo como para que unos cuantos besos fueran suficientes. Andrei lo sabía y él también necesitaba más. Mucho más. Pero los ojos de Hernán tan fijos y serios sobre él lo descolocaban. Nunca lo habían mirado así, como si lo único real e importante fuese él. Como si todo lo demás fuese secundario y sólo él únicamente tuviera toda su atención y sus pensamientos. Hernán se encaminó hacia él, despacio, sin dejar de clavar sus ojos con los suyos. Y cuando volvió a estar a su lado alzó la mano, acariciando su cuello despacio. Sus manos estaban calientes y Andrei podía sentir cómo le costaba respirar bajo el tacto de Hernán.
Sus dedos se movieron, tocando cada rincón que encontraban de su piel. Su cuello, su mandíbula, su labio inferior todavía húmedo y rojo por la fricción. Y la vista de Hernán se detuvo ahí, en su boca.
-Hernán... -Susurró sobre su dedo.
-Sesenta días sin ti, pendejo. -Dijo con la voz ronca y los ojos clavados en sus labios. – Sesenta días...
Y sabía que esos dos meses habían sido igual de tormentosos y desesperados para Hernán cómo para él. Se lo decían sus ojos, su voz, su tacto extremadamente lento...
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Volver a Jugar
FanfictionEsta historia cuenta sobre como el destino se encarga que dos personas de mundos opuestos puedan encontrarse y seguir un mismo camino...pero este camino estará lleno de escollos y dificultades, sólo el amor y los detalles irán uniendo a esta pareja...