Andrei y Hernán (cuarentena)

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Un palito, un poco de pegamento y todo el pulso y mano firme que podía reunir. Hernán abrió ligeramente la boca intentando concentrarse en colocar una de las mil maderitas que su maqueta tenía, y cuando estaba a punto de sujetarla bien... ¡Pum! Andrei dejó con fuerza el canasto lleno de ropa sobre la mesa, al lado de su potencial obra de arte, haciendo que se preguntara seriamente si su novio lo había hecho a propósito.

Pero no dijo nada, suspiró intentando calmarse y volvió a agarrar bien el palito que tenía entre los dedos y a buscar el hueco donde encajaba. Podía ver por el rabillo del ojo como Andrei doblaba la ropa con la mirada perdida y el gesto hastiado. Lo peor que podías hacerle a una tan inquieta como Andrei era encerrarlo, y si ese encierro era obligatorio y en forma de cuarentena, tenías los motivos perfectos para que no dejara de quejarse día y noche por todo.

-¿Te gusta cómo está quedando amor?- preguntó Hernán intentando distraerlo con algo.

-Sí, sí muy lindo.

Pero Andrei casi ni había mirado la espectacularidad de su maqueta antes de agarrar el canasto y volver a desaparecer. Hernán rodó los ojos y miró a Spike echado en su camita, que le prestaba más atención que el amor de su vida, y volvió a centrarse en la tarea que tenía frente a sus ojos. Podía escuchar como Andrei guardaba la ropa en el closet, cómo se tiraba con un suspiro exagerado sobre la cama y aunque no lo estaba mirando podía imaginárselo perfectamente haciendo un gran puchero mientras miraba el techo.

Hernán sacudió la cabeza intentando no distraerse por los ruidos de su pendejo volviendo a colocar el palito que tenía entre los dedos. Pero sus oídos seguían atentos al ruido de Andrei levantándose de la cama y caminando hacia la cocina, una puerta, otra, otra más...¿Qué mierda estaba buscando y cuantas puertas más pensaba abrir?

Apretó la mandíbula y respiró despacio. Se había prometido a si mismo tener el triple de paciencia con Andrei mientras durara la cuarentena.

Movió el cuello intentando destensarse y escuchó como su novio volvía pasar detrás suyo y a desplomarse en la cama. Bien, por fin silencio, quizá ese maldito palito por fin podría acabar colocado en... ¡Mierda! De nuevo Andrei pasando por detrás haciendo más ruido que un elefante en una cacharrería. Al menos esta vez se había metido al baño. Quizás si se daba un baño tendría un ratito para estar tranquilo y...

La puerta, Andrei salía de nuevo haciendo todo el ruido del mundo con el pestillo de la puerta que había prometido hacia dos meses iba a arreglar. Hernán apretó el palito, que ya casi se había quedado pegado a sus dedos, y frunció los labios cuando escuchó a Andrei tirándose de nuevo sobre la cama con un suspiro exageradísimo.

Y no pudo más.

-¡Por la chucha! ¿Se puede saber qué cresta te pasa pendejo?

Hasta Spike parecía mirarle con el rabo entre las piernas, asustado. Andrei se incorporó ligeramente y lo miró desde la cama con los ojos grandes, pardos y llenos de inocencia.

-Me aburro.

Hernán soltó el aire que tenía dentro y no pudo evitar que se le escapara una risita. Andrei podía ser la persona más exasperante y a la vez más tierna del mundo. Dejó ese ya famoso palito en la caja junto a los demás y se limpió la mano.

-Te dije que me ayudaras con mi maqueta

-No pienso ayudarte con eso, no me gusta hacer maquetas, me aburren...

Se levantó de la cama y lo miró, con sus ojitos compradores y su pelito despeinado por la cama.

-No- le dijo sabiendo lo que iba a pedirle su novio.

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