10. Verte dormir

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Hernán caminaba con paso ligero por las calles de Viña del Mar, con dos vasos en la mano y una bolsa donde llevaba dos sándwich ave italiano, sonrió como un adolescente pensando lo que le esperaba en casa. Su jefe le había molestado por lo que tuvo que quedarse más tiempo de lo que esperaba trabajando, se había perdido el almuerzo con Andrei que seguro iba a ser más que interesante.

Pero iba a recompensarle por dejarlo todo el día solo encerrado en su departamento sin mucho que hacer, mientras lo esperaba. Había pasado a comprar sandwich que sabía era el que más le gustaba al menor y un par de cafés para llevar, el suyo con mucha leche y el de Andrei bien negro y amargo como le gustaba a él.

Abrió ansioso la entrada y se subió al ascensor, dando golpecitos con el pie de manera distraída, iban a tomar el café y luego iba a hacer eso por lo que llevaba todo el día esperando; besar a su pendejo.

Sí, ya lo había asumido, no sabía que eran, qué estaba pasando, ni hacia donde iba todo aquello, pero Andrei era su pendejo y se moría de ganas por llegar a casa y besarlo.

Miró sus vasos de café mientras el ascensor subía, más lento que de costumbre, en el vaso blanco de Andrei él mismo había intentado hacer un dibujo bajo su nombre, sin mucho talento había dibujado un pequeño corazón, suspiró nervioso al darse cuenta de la tontería del gesto, ese chico descarado y despreocupado de veintiun años estaba haciendo que se comportara como un adolescente inexperto que se enamora por primera vez.

Las puertas del ascensor se abrieron haciendo que dejara de pensar en esa palabra que tanto miedo le daba amor.

Metió la llave en la cerradura y antes de que su cerebro pudiera reaccionar a lo que estaba pasando unos brazos de mujer le rodearon el cuello y lo estaban besando, Pía María estaba allí.

-¡Amor!- lo saludó efusiva mientras lo besaba.

-¿Qué haces acá?- preguntó sintiendo un nudo en el estómago, buscando con la mirada a Andrei por todo el departamento, pero no estaba.

-Sabía que hoy tenías libre la hora de almuerzo y quise darte una sorpresa, pero cuando llegué no estabas.

-Sí...hubo algunos problemas en el cuartel y me tuve que quedar más tiempo.

-Ven, pasa

Pía María se hizo a un lado, pasó sus dedos por sus rulos intentando acomodarlos pero Hernán apartó la cabeza ante el gesto, nunca le ha gustado que le toquen el pelo...no hasta que lo hizo Andrei, la chica apartó sus manos notando su molestia.

-¿Estás sola? preguntó con temor

-Sí, tu amigo ya se fue.

-¿Mi amigo?

-Sí...Andrei, así dijo que se llamaba, Hernán asintió despacio, dejando que ella hablara para no decir algo de más, me contó todo lo que había pasado.

-¿Qué...qué te contó?- se asustó

-Eso, lo de las goteras en su casa y que por eso se quedó unos días acá

-Ah, sí... si las goteras...repitió Hernán

-Pero ya se solucionó

-¿Qué cosa?

-Las goteras en la casa de tu amigo...cuando se fue me dijo que no ya no iba a volver más.

Hernán sintió una punzada de dolor y miedo al escuchar a Pía María "Ya no volverá más" lo único que podía hacer era desear que fuera mentira, que fuera solo una excusa que le había dicho a ella para salir del paso...se moría si Andrei no volvía.

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