✨ESPECIAL ✨

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Es un poco tarde pero aquí empiezan vuestras ideas. Espero que os guste.

[ . . . ]

Ser una adulta de treinta y tres años no era lo que Maggie pensaba que sería. 

Gruñó a la persona que la movía constantemente para que se levantara.

— ¡Levántate ya, joder! —exclamó alguien por decimoctava vez a su lado.

Abrió los ojos con el ceño fruncido y su mirada cayó en el reloj de la mesilla de noche de al lado.

—Cariño, son las cinco de la mañana, dame un respiro y que sea la última vez que me hablas así —se quejó la morena mientras se escondía más debajo de las sábanas.

—Muy bien —aceptó el chico dándose mediavuelta y abandonó la habitación.

El chico moreno bufó y abandonó la habitación.

La mujer adulta sonrió con superioridad al escuchar la puerta de su habitación cerrase, por fin podría dormir con tranquilidad.

Y aquello era un milagro, hacía días que no podía pegar el ojo en condiciones. Había estado metida durante semanas en un caso muy complicado que implicaba a sus grandes conocidos de la adolescencia, La Liga de Villanos y aún apenas habían encontrado alguna pista. Era desesperante.

Pero le parecía aún más desesperante que...

—¡Maldita sea, levántate ya! —la voz había cambiado.

Ya no se trataba de esa cabellera oscura que le gritaba y le movía para despertarla, estaba claro que el que hablaba ahora tenía una voz bastante más adulta, aunque no vamos a negarlo, igual de irritante.
Ya no era su hijo con voz de niño apunto de entrar en la pubertad, no; se trataba del hombre con el que había decidido compartir su vida hacía trece años.

Démosle todos un aplaudo a Katsuki Bakugou.

Marggaret se levantó inmediatamente de la cama, causando un leve mareo por la rápida acción, y colocó sus brazos en jarras.

— ¡El próximo que me grite en esta casa, dormirá en el sofá! —gritó a pleno pulmón, quería que aquel pequeño granuja que había salido como su padre, en personalidad, y como ella, en físico, la escuchara bien.

— ¡Le prometimos que le entrenaríamos! —exclamó su marido.

— ¡Katsuki, ayer llegué a las dos de la mañana! ¡Puedes ir entrenándole tú solito por hoy!  —aseguró volviéndose a meter en la cama.

—Ha heredado tu viento, yo no puedo hacer nada con eso —se quejó el rubio sentándose en la cama con ella.

Por lo menos habían dejado de gritar. Sus vecinos debían de estar hasta las narices de tantos gritos por la mañana.

Maggie ladeó la cabeza y sonrió divertida.

—Venga, cariño —le llamó abrazándole pro la cintura— ¿es eso lo que te molesta?—preguntó precavida. No quería otra visita de los vecinos por ruido.

—No me molesta nada —negó tajante. Maggie rió ante el infantil gesto de cruzarse de brazos. La chica le besó en la mejilla y rió de nuevo— ¿Te ríes de mí?

—Me río de lo que estoy pensando —respondió la chica con una impecable sonrisa en sus labios.

El chico la miró a los ojos y aunque la habitación apenas tenía una luz tenue para iluminar su rostro, ella ya se lo conocía como la palma de su mano.

No había cambiado mucho desde que empezaron a salir, aunque, por supuesto, sus facciones habían tomado un giro más adulto. Katsuki seguía siendo igual de, o incluso más, atractivo que cuando ella se enamoró de esa bolita de odio.

ᴊᴇʀᴋ; ᴋᴀᴛsᴜᴋɪ ʙᴀᴋᴜɢᴏ x ᴏᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora