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—Pórtate bien —la chica rodó los ojos terminando de colocarse la corbata—. Marggaret Akira —el hombre puso los brazos en jarra.
—Qué sí, Sammuel Akira —contestó, colocándose la chaqueta. Seguidamente se dio la vuelta encontrándose con su padre— ¿Qué?
—Prométemelo. Entras por recomendación, no lo estropees.
— ¿Cuándo me he portado mal?
— ¿Tengo qué recordarte tu estancia en el antiguo instituto?
—Me acuerdo muy bien y solo tuve problemas el último trimestre —aseguró con una sonrisa burlona—. El mejor de mi vida.
— ¿Qué prefieres? Ir a una buena escuela de héroes, donde te pueden ayudar, o a una normal desprestigiada.
— ¿Ayudar o controlar?
—Es por tu bien.
—Ya... —Maggie se miró al espejo por última vez y salió de su cuarto.
—Qué tengas un buen día, cariño.
—No te prometo nada —le dio un beso en la mejilla y corrió escaleras abajo.
Salió de la casa y anduvo hacia el instituto. Estaba relativamente cerca de su casa, a un cuarto de hora, aproximadamente; el cual aprovechó para ponerse sus auriculares y disfrutar de sus —muy variados— gustos musicales.
Cuando llegó, buscó su clase, 1ºA y cuando la encontró, entró sin ningún pavor. Más de quince alumnos en la clase y ninguno dejaba de mirarla.
Disimuló una sonrisa burlona. Ya estaba acostumbrada a que la miraran, no solía pasar desapercibida.
Una chica bastante alta y desarrollada, un pelo oscuro, largo y lacio que caía hasta un poco más de la mitad de su espalda y unos intensos ojos oscuros.
Llegó a una mesa vacía y dejó allí mismo su cartera sentándose en la silla . De un segundo a otro una chica se acercó a ella para hablar. Era un par de centímetros más alta que ella, tenía el pelo negro recogido en una coleta alta, era pálida y con una dulce sonrisa mostrando sus años de buena educación.
—Hola, me llamo Momo Yaoyorozu.
—Yo soy Marggaret Akira, aunque Maggie está bien —la morena de coleta alta fue a hablar cuando unos gritos la interrumpieron.
— ¡No puedes poner los pies en la mesa, es una falta de respeto para los anteriores alumnos de la UA y los propios constructores de la misma! —exclamó un chico de gafas hacia un rubio— Me llamo Tenya Iida y vengo de un colegio privado...
— ¿De un colegio privado? —interrumpió preguntando burlón el rubio.
— ¡Déjale! —pronunció Maggie al chico de gafas— No merece la pena enseñarle modales a un neandertal.
