CAPITULO 3

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—Allie son las 9 de la mañana, iré a comprar y me gustaría que me acompañaras—la voz de mi abuela me despertó, me refregué los ojos con mis manos y bostecé, aún tenía mucho sueño, demasiado.

—Me daré una ducha y te acompaño.

Mi abuela asintió sonriendo y dejo la habitación procurando cerrar la puerta.

Tomándome mi tiempo busqué en una de mis valijas ropa limpia.

Tome un jean blanco algo ajustado junto con una remera manga larga de color celeste y con un diseño de distintos tipos de flores, arriba de mi remera planeaba ponerme un tapado rojo que me abrigaría de esta mañana tan fría y por último tome unas botas negras.

Deje todo lo que había seleccionado para este día en la cama y tomé 2 toallas que había en el mueble de mi actual habitación.

Me dirigí al baño con velocidad, no quería demorar a mi abuela, pero necesitaba sentir agua caliente en todo mi cuerpo urgentemente, estos últimos días había estado tan estresada y por fin estaba tranquila... lo merecía.

Antes de entrar a la ducha mojé mi cara con agua fría de la canilla, al verme en el espejo pude notar unas ojeras, pero nada que no se pueda solucionar con un poco de corrector.

Una vez que termine de arreglarme salí de mi habitación para buscar a mi abuela, camine con pasos ligeros hacia la entrada de la casa y la encontré.

—Ya estoy lista.

—¿Quieres desayunar algo primero?—pregunto mi abuela mientras se colocaba un abrigo de color negro, que se veía muy calentito.

—No tengo hambre—respondí mientras miraba mis botas, a decir verdad la emoción de esta nueva vida me había quitado el hambre, estaba dispuesta a pasarla bien, conocer nuevas personas y sonreírle a la vida.

Salimos de la casa y ella la cerró con llave, pude apreciar mucho mejor las casas que estaban alrededor, en la madrugada apenas me había tomado un tiempo para observar la casa de mis abuelos.

Con cada paso que daba más me gustaba este pueblo, las casas se veían tan hogareñas, sencillas y perfectas, las personas al pasar saludaban con mucha amabilidad, los niños se divertían jugando al fútbol en las calles.

Me hubiera gustado haberme criado en este pueblo, quizás de ser así sería feliz actualmente y eso me pone a pensar, que tanto tuve que sufrir con mis padres para desear una niñez sin lujo alguno, solo llena de sonrisas y recuerdos.

Y algo que me marcó de por vida fue sin duda alguna la falta de amor de mis padres, él nunca haber escuchado un "te amamos" proveniente de ellos me dolía, porque por más que fingía ser fuerte era una persona muy débil, demasiado para mi gusto y lo peor de todo esto es que estoy segura que en algún momento terminaría explotando, había guardado tantas emociones, sentimientos, palabras... me hacía mal a mi misma porque sé que llegaría el momento de sacar todo eso de dentro de mi y no quería que llegase pronto, no estaba preparada.

—¿Me estás escuchando?—la voz de mi abuela interrumpió mis pensamientos y me hizo dar un pequeño salto del susto.

—No disculpa, ¿qué decías?.

—Que también debo comprar café, esta por acabarse y se que te gusta mucho.

Yo asentí con la cabeza y sonreí, aún estaba algo pérdida por mis anteriores pensamientos.

El inexplicable sentimiento de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora