CAPITULO 20

367 59 24
                                    

El día estaba nublado y gotas de lluvia no dejaban de estamparse contra el suelo, sin darme cuenta comenzaba a ponerme triste. Las lágrimas de las personas de mi alrededor me causaban ganas de llorar junto con ellos y desgraciadamente sin llegar a conocer a la persona por la que se estaban derramando tantas lágrimas.

Quería decirle a Alex y todos los familiares de aquel señor que el dolor pararía y que lo recordarían como el buen hombre que seguramente fue, que debían recordar los buenos momentos que habían compartido a su lado y que después de cuentas era lo que importaba.

—¿El abuelo lo conocía? —pregunte al verlo charlar con la madre de Alex que por cierto se veía devastada.

—En su juventud eran grandes amigos—comento con una sonrisa—. Le hubieras caído muy bien, era un gran hombre, pero a veces la vida se lleva más rápido a las mejores personas.

—Estos días Alex me estuvo hablando mucho de el—agregue dirigiendo mi mirada a el—. Creo que tiene miedo de olvidarse de él.

Mi abuela sonrió dirigiendo su mirada al mencionado.

—Su hermanita también debe de estar sufriendo mucho—pestañee repetidas veces al darme cuenta de su hermanita, aún no había tenido la oportunidad de conocerla ya que la vez que iba a hacerlo ella enfermo.

—¿Esta aquí? —pregunte mientras la buscaba con mi mirada, pero no hizo falta obtener una respuesta.

Me sorprendió el parecido entre ambos que incluso desde lejos se podía admirar, estaba sola sentada en un pequeño banco y decidí acercarme. Lágrimas de sus bellos ojos verdes fue lo primero que note (lo único en lo que no se parecía a Alex), al acomodarme a su lado borro rastro de las mismas.

—Hola, ¿Cómo te encuentras? —salude sacando de mi bolsillo dos caramelos de miel, uno para cada una.

—No debo hablar con personas que no conozco—contesto manteniendo su mirada al frente.

—Soy amiga de Alex—informe con una sonrisa, ella volteo a verme y sonrió.

—¿Eres su novia verdad? —pregunto y sonreí ante su reacción—. Y estoy triste, no podré volver a abrazarlo.

—Por el momento no—me acomode mi cabello—. Llora un poco si eso te ayuda, pero recuerda que él siempre te acompañará, estará a tu lado siendo tu ángel guardián.

Ella sonrió al oírme y me dio un pequeño abrazo, brindándome un hermoso recuerdo de ella.

—Me agradas, espero que formes parte de la familia—admitió analizándome, cosa que se me hizo súper tierna.

—A mí también me agradas y quien sabe, ¿vos crees que él me pedirá ser su novia? —pregunte y ella sin dejar pasar ni un segundo asintió.

—Estoy segura, siempre lo escucho hablando con el mismo en el espejo diciendo diferentes formas para pedirte que seas su novia—confeso con una sonrisa y solté una pequeña risa.

—Espero entonces que sea algo original—dije con un poco de sarcasmo.

—Pero se buena y acepta estar con el—me rogo y quise reír, pero me limite a sonreír—. Y por favor no lo lastimes.

Esta niña era tan pequeña y me causaba tanta ternura el oírla hablar así sobre Alex, defendiéndolo de una manera que no haría una niña de su edad que no podía decirle que no.

—Ten por seguro que no lo hare—admití con una pequeña sonrisa.

Ambas nos quedamos calladas, no sería adecuado preguntar sobre su abuelo y todo lo demás estaba dicho. 

El inexplicable sentimiento de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora