—Y así es como se gana—sonrió victoriosa tirando su última carta.
—Seguro hiciste trampa—dije mientras le mostraba mi dedo del medio.
—Eres una mala perdedora—se quejó mi hermana y yo bufe, no soportaba perder en esos estúpidos juegos de mesa que ella elegía. Mas con ella, siempre encontraba una manera de ganarme.
—Como sea, no juego más—finalice y le di un sorbo a mi vaso de agua.
—Y muy enojona—agrego en voz baja pero aun así logre oírla.
Mi celular comenzó a vibrar, lo tomé de mi bolsillo trasero y atendí luego de ver de quien se trataba.
—¿Puedes hablar? —comento Alex, se escuchaba raro.
—Me comienzan a molestar tus llamadas a cada rato—bromee del otro lado de la línea, ignore a mi hermana que comenzó a hacer caras.
—Te iba a decir que ya regresé, pero creo que no me quieres ver—sonaba dolido, pero supuse que lo hacía en broma.
—Ven a mi casa es un poco tarde y no me dejaran salir—antes de que pueda negarse corte la llamada y guarde mi celular.
—¿Se quedará? —pregunto mi hermana y yo negué con la cabeza.
—Por supuesto que no, nuestra abuela me asesinaría—dije mientras me abrazaba a mí misma a causa del frio.
—Dile que se quede a comer—propuso con una sonrisa.
—Solo pasara a saludar, intenta no espantarlo—respondí riendo y ella golpeo mi hombro.
—¿Cómo le cae a la abuela? —pregunto y yo fruncí el entrecejo.
—Pregúntale a ella—respondí lo obvio y coloqué un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
—Siempre tan simpática.
Espere unos minutos y escuche sonar el timbre de la casa, me levante de la silla y me dirigí a la puerta de entrada. Suspiré y abrí la puerta.
Él estaba ahí, había pasado tan solo una semana y me había parecido una eternidad. Sonreí, pero al notar sus ojos rojos y mirada perdida, supe que algo no andaba bien.
Sus ojeras eran notorias, habrá estado horas sin dormir y lágrimas comenzaron a deslizarse sobre sus mejillas
—¿Qué te paso? —pregunte exaltada y deje pasarlo.
Trato de hablar, pero sus palabras no salían, sostuve su mano y el respiro profundamente.
—El... el sufrió un accidente—murmuro con la poca fuerza que le quedaba.
Lo abrace intentando compartirle un poco de mi escasa fuerza, nunca lo había visto de esa manera y me lastimaba tener que hacerlo.
—Ven, hablemos en otro lugar—lo tomé de la mano y me dirigí a mi habitación—. Te voy a buscar un vaso de agua.
Creo que ni siquiera me escucho, pero lo entendía, estaba sufriendo y en lo último que se preocuparía estando así era en un vaso de agua.
—¿Está bien? —me pregunto Sophie al entrar a la cocina.
—Su abuelo tuvo un accidente—respondí mientras le servía un vaso de agua.
Sin esperar respuesta de mi hermana regrese a mi habitación, él se encontraba sentado en la punta de la cama con una mirada totalmente perdida. Me senté a su lado y extendí mi mano con el vaso de agua para que lo tomara y el me agradeció.
¿Por qué no sabía que decir? Se supone que era experta en dolor y podría aconsejarlo de lo más bien.
—¿Qué paso? —pregunte luego de unos minutos sin decir nada, esperando que él se tranquilice un poco.
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El inexplicable sentimiento de amar
Dla nastolatków"Muchos dicen que amar es ver la perfección en una persona. Yo creo que no, amar es ver cada jodido defecto y verlo perfecto a su manera"