—Esta decidido Elizabet, irás a la casa de tus abuelos en Havoltown, vivirás con ellos por un tiempo y asistirás a la escuela allí mismo—dio una leve pausa para toser—. Ni tu madre ni yo debemos soportar tu mal carácter y sobre todo tu conducta.
Ni siquiera se molesto en dirigirme la mirada, pero que iba a esperar de él, siempre fue así y estoy segura de que continuará siéndolo. Podría de ser un hombre trabajador, cariñoso y amable cuando se lo proponía, pero cuando lo hacían enojar, no era capaz de reconocerlo.
Quise tomar la situación con calma, no quería desesperarme, no merecía esto, no lo merecía para nada. Estaba harta de sufrir en vano, ir a vivir con mis abuelos no puede ser tan malo y a lo largo de mi corta vida la había pasado peor por otras cosas.
Y una de las cosas por las que más sufría constantemente era sin duda alguna el rechazo de mis progenitores. Lo podía entender, quizás mis actitudes les molestaban, según ellos me comportaba como una adolescente rebelde, pero claro que lo haría, ¡tengo tan solo diecisiete años! Aún me estoy descubriendo a mi misma, intentando buscar mi camino y comprender quien soy, ¿quien diablos era Allison Elizabet Morris?.
La teoría que sostengo es que ellos esperan que sea igual a mi hermana y mierda, lo único que teníamos en común era nuestra inteligencia.
Desde que tengo uso de memoria ella siempre a irradiado luz, a donde sea que vaya, un ser con el que da gusto toparse y de aquellos que se agradece tener en nuestras vidas.
Además de eso, en su adolescencia nunca le había traído problemas a mis padres, era el orgullo de la familia entera y yo, yo era un desastre.
Es que, mierda, era tan distinta a ella, debo admitir que por fuera mi apariencia me ayudaba demasiado, era muy parecida a ella, algo que me habían dicho varias veces es que mis ojos celestes tenían un brillo especial muy similar a los de ella, que los hacían ver llenos de felicidad y vida, pero estoy segura de que no hay nada de eso y que si existe ese brillo del que hablan poco a poco se desvanece.
Al fin y al cabo estaba destrozada... realmente destrozada.
Decidí respirar hondo, calmarme y tratar de despejar mi mente de todo esto que me estaba ocurriendo, si estuviera llorando por cada cosa que me salía mal en estos últimos meses estaríamos todos ahogados en un mar de lagrimas.
Me había quedado dormida, desperté al escuchar alguien llamando a mi habitación, refregué mis ojos con mis manos y cachetee mis mejillas para despertarme con más facilidad, cosa de la que luego me arrepentí.
—¿Si?—pregunte intentando calzarme mis zapatillas.
Entro con cuidado una de las empleadas de limpieza que había contratado mi papá para todos los deberes que él "no podía realizar".
Visualicé tres valijas, genial, me iría hoy mismo.
—Tu padre solicitó que por favor guarde sus cosas y que le informe que el auto sale a las 9.
Le agradecí con una sonrisa y se retiró dejando las valijas dentro de mi habitación.
Antes de comenzar a acomodar mis cosas decidí llamar a Candelaria, necesitaba hablar con alguien que me entendiera y pudiera aconsejarme.
Cómo siempre logro sacarme una sonrisa y ver lo positivo de todo esto, podría despejar mi mente un buen rato y tomarme un descanso de la mierda que estaba viviendo.
Luego de unos minutos fui separando toda la ropa que necesitaría, seleccione las prendas más simples y cómodas que se podían encontrar en mi armario.
Le agradecí a la Allison de hace un año que compro aquellos jeans por mas que su mamá los había criticado, diciendo que me hacía un trasero enorme y que me veía demasiado vulgar.
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El inexplicable sentimiento de amar
Novela Juvenil"Muchos dicen que amar es ver la perfección en una persona. Yo creo que no, amar es ver cada jodido defecto y verlo perfecto a su manera"