CAPITULO 5

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La primera semana en el pueblo había sido muy buena a decir verdad, los profesores eran todos personas agradables y enseñaban con pasión su materia. Me habían tratado con respeto, me dieron algunos trabajos para ponerme al día de lo que estaban viendo en su materia.

Mis abuelos me trataban con todo el amor del mundo, podía decir que me sentía querida y lo más importante podía llamar su casa mi hogar, porque si de algo estaba segura es que un hogar es un lugar en donde te brindan amor y seguridad. Mis abuelos generaban un sentimiento agradable en mi, me hacían sentir mejor, de todas las maneras posibles.

Era una sensación tan distinta a la que estaba acostumbrada, me sentía acompañada y no temía hacer algo mal, porque sabía que tendría a alguien que me apoyaría y me acompañaría si las cosas empeoraban.

Era algo totalmente nuevo y se sentía fascinante, poder llamar familia a personas que se lo merecen, que se ganen ese título. A mis padres jamás los consideraría eso, porque nunca me habían demostrado amor, ni una sola vez.

Me duele porque lo merecía, había sufrido tanto y merecía alguien que me quisiera, alguien que disfrute tenerme en su vida, mis abuelos sin duda me demostraban día a día su amor y se sentía acogedor.

—¡Vas a llegar tarde!—el grito de mi abuela me hizo caer en la realidad, llegaría tarde a la escuela.

Tome rápidamente mi mochila y corrí hasta llegar a la puerta de mi hogar, sonreí mentalmente, se sentía tan bien.

Mi abuela salió de la casa y yo hice lo mismo, hacía mucho frío a pesar de tener un suéter y arriba una campera aún podía sentir el frío.

Apenas abrió el auto con sus llaves entre y cerré la puerta con brusquedad, estaba congelándome.

—Recuerda que tengo que acompañar a tu abuelo a un almuerzo y regresaremos tarde—me recordó con una sonrisa.

—Si ya guarde la llave de la casa en mi mochila.

El día de hoy estaría completamente sola, mis abuelos se irían a un almuerzo pero se quedarían hasta tarde y, ¿yo que haría? Prepararme un rico café y leer un buen libro.

Me gustaba estar sola pero no sentirme sola, que son cosas completamente distintas. Algunas veces necesitaba un tiempo para relajarme y disfrutar de la lectura de un libro tranquila, sin nadie molestándome, disfrutando del quedarme acostada boca arriba y pensar tomándome todo el tiempo del mundo.

Porque sentirse sola era una sensación horrible, era como ser un último producto en el supermercado que nadie toma por pensar "porque la anterior persona no se lo llevo" si, fue una mierda de explicación pero se entiende.

En mi anterior casa me sentía sola con frecuencia, en la escuela no porque tenía a Candelaria pero sino fuera por eso hubiera estado completamente sola y es algo que no le deseo a nadie.

Simplemente me agobiaba el momento de ir a mi casa porque ahí la soledad me consumía.

—Nos vemos y por favor cuídate—me saludo mi abuela con un beso en mi mejilla y me baje del auto.

Camine unos pasos hacia una esquina en la que no había muchos estudiantes, estaba muy cansada para que alguien me moleste.

Luego de unos minutos toco el timbre, cosa que hizo que todos los estudiantes se apresuraran a entrar a sus respectivas clases.

Al igual que todos ellos me dirigí a mi salón con rapidez, quería elegir lugar y no llegar tarde.

Me senté en el tercer banco de la última fila, fue entonces cuando vi entrar a Alex, tenía puesta la capucha de su campera y unos anteojos negros, ¿qué le ocurría a este chico?.

El inexplicable sentimiento de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora