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Dos semanas habían pasado desde entonces, Taehyung había ido a verlo incluso cuando habían hablado de una boda, hijos, una verdadera familia.
Namjoon no dejaba de reírse de lo tontos que eran.
¿A qué estaba jugando?
Namjoon era consciente de sus sentimientos hacia Taehyung, lo amaba más que el tacto físico, lo amaba tanto que su cerebro se desconfiguraba cuando pensaba en él.
Taehyung se había convertido en su todo sin pensarlo. Si él solo lo usaba, para él estaba bien, porque al menos podía tenerlo un poco más cerca, aunque después de tres años de esa extraña relación, había comenzado a madurar y entender que mientras se dejaba usar estaba desperdiciando su vida, por lo que buscó a alguien más.
Y ahí estaba Seokjin.
No quería usarlo, en serio quería esforzarse por comenzar una nueva vida lejos de las manos de Taehyung, aunque ciertamente era difícil, muy difícil cuando la boca de Taehyung le comía la polla mientras le masajeaba los huevos con una sonrisa victoriosa asomada en su rostro perverso.
Namjoon no podía negarse a la idea de ser tocado por él una vez más, siempre diciéndose en su mente que sería la última, pero esa última se convertía en la siguiente, como ahora.
Taehyung se posicionó entre sus piernas abiertas y deslizó su grueso miembro en su ano, yendo hasta el final de una sola estocada, gimiendo sobre la boca de Namjoon.
El menor arqueó su espalda y enterró sus dedos en la espalda de su amante muy profundo, como si quisiera herirlo, como si quisiera que él pagara por cada lágrima. Escuchó un gruñido de su amigo y entonces apretó las paredes anales antes de sentir un líquido viscoso sobre su estómago. Taehyung expulsó su simiente uno poco después.
—Es la última vez —declaró Namjoon, mirando el cielo raso de su habitación.
—¿Me dirás que ese estúpido técnico te lo hace mejor que yo? No lo creo —expulsó Taehyung con una sonrisa ladina, luego se volteó para ver el perfil de Namjoon—. No será la última vez.
El menor se mordió ligeramente el labio inferior, sintiéndose sucio, no solo físicamente, sino mentalmente. Jin en serio le parecía un buen hombre, y Joy era una increíble mujer que no se merecía esto.
Muchas veces se había repetido en su mente que sería la última vez, sí, pero esta vez lo había dicho en voz alta y cumpliría con ello. Se volteó encarando a Taehyung, mirándolo con ojos fríos y una sonrisa traviesa.
—Si quieres... —Hizo una pausa—. Puedes follarme toda la noche, duro y sin descanso, porque será la última vez. Lo juro, Taehyung.
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