*~ Historia De Un Amor ~*

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—¿Cuando va a volver? —le lancé una incomoda mirada a través del espejo. No quería hablar de eso por el momento. —Oh vamos, no me mires así. Yo sé que se envían cartas con esas aves de nieve que haces.

—No ahora, Anna.

—¿Por qué? —suspiró. —Tu nunca quieres hablar de nada.

—Hoy no es buen día para discutir eso.

—¿Entonces... —bufé resignada.

—Sí, Annika. Mañana vuelve a Arrendell —sonrió abiertamente. —Reacomoda la tiara, siento que se caerá en cualquier momento.

—Sí —Dijo determinada antes de darme un enorme tirón de cabello. Auch. —Lo siento —rió. —Estoy nerviosa -asentí. Yo estaba que me moría de la ansiedad. No sé cuánto durará el juicio, ni cuál será exactamente la pena que ambos pagarán. Solo estoy segura que ninguna de los dos vivirán sin arrepentirse por lo que me hicieron. —¿Ya lo viste?—negué. Por el tono de voz sabia a quien se refería. —¿Crees estar lista para...

—Aunque no lo esté, Anna, los consejales creen que es prudente sentenciarlo hoy.

—Su familia llegó hace cuatro días...

—Lo sé —me encogí de hombros. —Mi decisión de no atenderlos fue completamente meditada—. Me miró boquiabierta mientras me disponía a peinarla. La conocía, me estaba juzgando secretamente. —¿Qué?

—Elsa, le estás negando ver a su madre...

—Y a su padre y a tres de sus hermanos —repuse tajante. —Hans no se merece ni su propia compañía.

—Puede morir, si lo condenan puede morir antes de...

—Yo también pude morir, Anna —. No entiendo su afán por él. Debería repudiarlo tanto como yo lo hago. —Él no me mostró misericordia cuando me tuvo presa, al contrario, usó toda la maldad que tenía contra mí, ¿Por qué yo debo tratarlo mejor?

—Porque tú no eres como él... —atajó seria, clavando sus enormes ojos sobre mí. Mordí el interior de mi mejilla para evitar un mal comentario y me retire lentamente de ella. —No me malentendiendas. Igualmente lo odio, pero hasta el ser más inmundo merece un poco de piedad. Permitele ver a su madre, no lo hagas por él, si no, por ella. La pobre mujer lleva desde que llegó rogando por una audiencia contigo.

—Solo es arrepentimiento de haber engendrado a un monstruo —miré mis manos como procesando lo que acababa de decir. Mi padre alguna vez también se había arrepentido de mí... —No voy a escucharla, Anna. Ni a ella, ni a su padre, ni a ninguno de sus hermanos, a menos que sea su secuaz. Aún no encontramos al que invadió Berk y hay una celda para él.

—Entonces, ¿por qué hablaste con la familia de Astrid?

—Yo no lo hice, fue Hipo —me senté en el afeizar de la ventana para supervisar medianamente el ajetreado movimiento de la zona. Afuera estaba nevando a torbellinos y aún así, tío Frederik se empeñaba por restaurar los daños materiales. Miré el exuberante abrigo de piel moverse por entre unas calles, de seguro era él. —¿Dónde está Rapunzel?

—Se sentía mareada hoy por la mañana. Ayer mencionó algo de cansancio y no a parado de vomitar desde el desayuno. —Asentí. —Debe ser algo que comió —. Si, claro. En nueve meses "eso" que comió saldrá al mundo.

—¿Y Mérida?

—Está con Brutacio y Brutilda cazando ciervos para los alimentos que se reparten al pueblo —Solo espero que con este clima no terminen perdiéndose en las montañas. —Hablando de ellos... Patapez me suplicó ayer sobre que consideres extraditar a Astrid hacia Berk.

❇ El Último Reino ❇ (Hiccelsa) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora