Samanta

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El sol iluminaba suavemente el cuarto, inclinó la cabeza hacia el lado de la ventana y un rayo de luz le dio directamente en los ojos haciéndola cerrarlos con fuerza para que su sueño no se viera interrumpido, nuevamente soñaba con ella, cada vez que dormía imaginaba su rostro, sentía su aroma, su boca y sus manos. Se había convertido en su razón para despertar y en su estímulo para dormir. Disfrutaba sentirla junto a ella, por éste motivo comenzaba a gustarle tanto la realidad como sus sueños que cada vez se tornaban más reales. Esbozó una sonrisa sin la mínima voluntad de despertar. Siempre es lo mismo, Lena recostada junto a ella esparciendo húmedos besos en todo su cuerpo haciendo cuanto quisiera a su antojo, se entregaba a ella, sabía perfectamente cómo manejarse y parecía conocer lo que más la complacía. Inhaló profundamente para que sus pulmones se cargaran del aire que a medida que pasaban los segundos se le dificultaba más conseguir. Si, era un hermoso sueño; hasta podía sentir su piel rozando la suya, el cosquilleo que le provocaba la yema de sus dedos al descender por su vientre, sentía el sedoso cabello negro deslizándose con armonía acompañando sus besos, su voz susurrando su nombre...

- Kara... (que bien se oía cuando era su voz quien la nombraba, Sentía como el tibio aire que salía de su boca al susurrarlo la acariciaba).

– Kara... (decía suavemente sin dejar de besarla, esa voz apacible e indiscreta a la vez hacía que todo su cuerpo se estremeciera a medida que se acercaba a su cuello).

– Kara... (Su sonrisa se había tornado una verdadera muestra de satisfacción, la sentía más cerca... hasta que se detuvo luego de besar el lóbulo de su oreja izquierda. Frunció el ceño, era la primera vez que soñaba que se detenía, sentía su respiración al oído y nuevamente su tormento azabache le murmuró) ¿Cuánto tiempo más deberé jugar contigo hasta que despiertes? (no podía ser cierto, esperó a que continuara pero nada sucedió. Con pereza abrió los ojos para verla, allí estaba, sonriendo a la vez que se mordía de lado el labio inferior. Era extraño no recordaba haber terminado su sueño así. Sonrió suavemente y luego de un leve suspiro cerró nuevamente los ojos) me da la sensación de que quieres que continúe ¿verdad? (dijo divertida mientras rozaba la nariz con su barbilla) te advierto que una vez que me entusiasme, ya no podrás detenerme.

- Bien, no te detengas (contestó sonriendo adormilada volviendo la cabeza hacia la pared).

- Luego no quiero quejas.

- Mmm no podría quejarme de esto (contestó sin el mínimo deseo de despertar).

- Se hará lo que tú quieras (musito Lena).

Se quedó observándola un momento, luego sonrió y se dispuso a complacer a su preciosa rubia. Besó sus labios suavemente para luego descender hacia su cuello mientras terminaba de dejar sus senos al descubierto, continuó besándola suavemente disfrutando de cada centímetro de su piel.

– Me gustas tanto Kara.

Se detuvo a observarla apoyando su codo en la cama descansando su cabeza sobre su mano, mientras trazaba círculos alrededor de su ombligo con la yema de su dedo. Rio suavemente y preguntó a la adormilada rubia

– Ya no hay marcha atrás Kara, te quitaré el pijama (advirtió divertida. La rubia abrió suavemente los ojos, y noto a Lena que no había dejado de observar su rostro mientras la miraba sonriéndole con picardía).

- Lena (dijo con suavidad) no me...

- Kara (rio la azabache) ya, si me lo dices así no vuelvo a despertarte de ésta manera.

- No es eso, es que... estaba soñando (contestó confundida).

- Ya veo (dijo para luego acercarse a ella y besarla, la rubia que aún estaba un poco aturdida no hizo más que corresponder sin esfuerzo alguno a su beso. Cuando concluyó la miro a los ojos sonriendo) Buen día.

La adorable pecadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora