l l o r a p i j a

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Patético, sí. Mateo lo sabía, pero aún así no podía evitarlo. Era un llorapija.

Un llorapija de la pija de Manuel, y la lloraba cada vez que podía, sabiendo  que el mayor no iba a darle cabida nunca.

Porque es así, él sólo lo ve como un amigo de fierro, de esos que ocupan el mismo puesto de importancia que un hermano.

llorapija; trueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora