03; vueltas

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"No sé qué tan ético sea que nos demos un beso"

"Porfa. Uno sólo. Si no querés, un piquito y listo"

Rogar. El famoso manotazo de ahogado. El último recurso en cualquier situación. Mateo lo sabía. Aún así, prefería insistir antes que ser rechazado.

El chico no podía sacar la vista de los labios de Manuel, pero trataba de subir la mirada de vez en cuando para no parecer demasiado desesperado. Aunque, en secreto, una parte muy escondida de él deseaba que su amigo se diera cuenta de lo loco que se volvía al pensar en besarlo, en acariciarlo, o en el simple hecho de rozar sus manos por accidente.

En comparación, Manuel nunca sacó la vista de los ojos de Mateo. Tenía una mirada pensativa, el seño ligeramente fruncido. Luego de unos segundos de desesperante silencio, dijo:

"Te lo doy, pero si me prometés que esto no significa nada para vos, más que un beso entre amigos"

Mateo lo pensó. Pensó en decirle que no, que no se lo prometía, porque estaba profundamente enamorado de él, y que ese beso era el beso más esperado de toda su vida. Pero no lo hizo.

"Es un beso Manu nada más, sólo eso. Un beso entre amigos, como vos dijiste" Su corazón se partió un poquito cuando lo dijo en voz alta, porque se hizo realidad. No sabía que parte era peor, si la de "es un beso nada más" o la de "un beso entre amigos".

Tenía curiosidad de saber qué pasaba por la cabeza de Manuel, pero no se animó a preguntar por miedo al rechazo, por miedo a que le diga "para mí, esto no significa nada". Hubiese sido el fin de la más mínima esperanza que Mateo guardó en su alma. Y como adicional, el fin de su dignidad. De todas maneras, sabía que eso sí no le iba a durar mucho.

"Bueno, entonces besáme"

Mateo acercó su boca a la de Manuel lentamente. El primer contacto fue extremadamente gentil, tímido.
Sus labios se movieron junto a los de su amigo suavemente, sin usar la lengua.

Mateo no sabía cuáles eran los límites del acuerdo, por lo que, por más que deseaba desesperadamente un beso que lo dejara sin aire, se separó y lo miró. Manuel le devolvió la mirada, y, sin pretender nada con sus palabras más que provocación, dijo:

"Ah, pero tanto escándalo para ese beso inocentón..."

Y ese simple comentario bastó para despertar el lado más competitivo de Mateo, y él se lo iba a hacer saber.¿Quería un beso intenso? Iba a tener él beso más intenso de su vida.

Con un impulso de exitación, se subió sobre el regazo de Manuel, colocó una mano a cada lado de su rostro y juntó sus bocas desesperadamente. No aguantaba más. Fue un beso brusco, hambriento.

Mateo podía sentir las manos de su amigo reposadas en su cintura, pero él quería más. Quería que el otro le levante el buzo y le acaricie la piel, quería que él también sintiera las ganas que él tenía de desnudarlo, de dejarle besos húmedos en todo su cuerpo, o de marcar su cuello con chupones, para que todos supieran que había estado ahí.

Le gustaba demasiado esa sensación, la de besar a la persona que amaba. Y entendió que no había vuelta atrás.

Estaba muy enamorado de su amigo, pero no había nada que pudiera hacer al respecto.

Mateo no era tonto. Sabía muy bien que Manuel no sentía lo mismo por él, y que prolongar ese beso era extremadamente perjudicial, tanto como para su salud mental, como para su salud física, ya que una erección se estaba formando en sus pantalones.

Todo lo que un mísero beso puede llegar a provocar, ¿no?

Cuando estuvo a punto de quedarse sin aire, y como una última canchereada, mordió el labio inferior de Manuel, quitándole un gemido que lo volvió loco. Una punzada de placer fue directamente a su pene, y no pudo más que hacerse el boludo, porque eso se suponía que era un beso y listo. No podía pasar a mayores.

Para disimular su mar interno de nervios y, de paso, quitarle importancia a su erección, preguntó "¿Y?, ¿cómo estuvo?"

Manuel lo miró, una pequeña sonrisita formada en su rostro.

"Besas lindo"

Tranquilo, despreocupado, apenas agitado por la falta de aire. Como si ese beso no hubiera sido nada. Total, para Manuel Vainstein el mundo seguía girando con normalidad. Agregó, luego de un segundo de silencio que para Mateo fueron años:

"Yo le preguntaría a tu pija, igual. Le gustó más que a nosotros dos juntos"

Se ve que ese día Manucho tenía ganas de provocar.


mmmm soy malísima para escribir estas cosas ajjsjd espero que haya quedado decente por lo menos

💛 gracias por leer y votar y comentar y todas esas cosas locas 💛

llorapija; trueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora