•Capítulo 4: Steve•

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—¡Niños! ¡Bajen ahora!

—¡Reunión! ¡Reunión!

¿Ah?

La voz de mamá llegó a mis oídos y fruncí levemente las cejas, un poco confundida. Abrí la puerta de la habitación para salir y en cuanto estuve afuera me encontré con un Nate de cara aburrida en el pasillo, le lancé una mirada fulminante y él rodó los ojos ante ello.

Sí, no lo había perdonado ni casi dirigido la palabra desde que me lanzó a la piscina.

—¿Qué más quieres que haga? ¡Ya te perdí perdón hasta en francés! —Gruñó— ¿Podrías dejar tu orgullo de lado? Tampoco fue para tanto.

—Adiós.

Pasé por su lado con la intención de bajar y tiró de mi brazo, acercándome nuevamente a él.

—¿Cuándo dejarás tu drama y me perdonarás? —Preguntó.

—Cuando se me de la jodida gana.

—¡Chicos! ¡Abajo, ahora!

Segundo llamado, esto comienza a asustarme. Me deshice del agarre de Nate y aceleré mis pasos hacia la primera planta, no pude evitar soltar una risita en cuanto vi a tía Rosie tocando la sartén con un cucharón de madera... Lo normal, supongo.

—¿Qué ocurre? —Pregunté.

—Nate, Lane, siéntense, tenemos que contarles algo —Habló mamá.

El tercero en bajar fue Thomas, el que me regaló una pequeña y amigable sonrisa para después sentarse junto a mí, detrás de él venía Bradley concentrado en su teléfono quien, al ver a mi madre lanzándole una mirada fulminante, lo guardó en su bolsillo sonriendo con inocencia.

—Ojalá que un día de estos te caigas para que aprendas —Le regañó mamá— Por el amor a Dios, Brad, ¡ese aparato te dejará ciego!

Mi hermano rodó los ojos y tomó asiento al lado izquierdo de Thomas. Por último, los dos pequeños restantes bajaron corriendo y se sentaron en el sofá en el que estaba Nate.

—¡Debo mostrarles un truco de magia que aprendí hoy! —Leondre soltó con entusiasmo.

—Claro, cielo, en cuanto terminemos de hablar —Le contestó su madre. Ella y mamá tomaron asiento frente a nosotros y sus rostros mostraron seriedad absoluta.

Ay, no.

Juro que esta vez yo no rompí nada.

—Estuvimos pensando en lo que haremos durante las vacaciones... —Comenzó mi madre.

—Son casi tres meses, los cuales queremos que estén llenos de diversión para ustedes —Le siguió tía Rosie.

Ambas cambiaron la expresión de su rostro por una más alegre y aquello me relajó.

¿Ven? Dije que no había roto nada esta vez.

—Serán increíbles, de verdad.

—Tenemos todo un panorama listo y esperam—

—Mamá —Interrumpió Nate soltando una pequeña risa— ¿Pueden ir al punto?

¡Alguien tenía que decirlo! Terminaría muriendo de tensión.

Un Dulce InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora