•Capítulo 13: ¡Nieve!•

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"Eres una estresante, molesta, lenta y torpe que me encanta. Demonios, Lane Foster... Me encantas".

"Me encantas".

Nathan Hederson acaba de decir que le encanto.

¿Eso qué demonios significa?

No caigas en sus encantos, Lane, no caigas.

—Deja de decir estupideces y camina —Le di un empujoncito para después tirar de su mano y llevarlo escaleras abajo como a un niño pequeño—. Debemos darnos prisa, le prometí a Brad jugar a sus videojuegos con él.

—¿No dirás nada?

Oh, ¿y qué se supone que diga? "Hey, estoy realmente confundida y no sé qué hacer", o quizá "creo que me gustas y no estoy dispuesta a aceptarlo", también queda la opción de "no soy yo, en definitiva eres tú", quizá pueda evadir el tema y decir "¿gracias?", y la última opción es quedarme callada, decir que lo del beso fue una alucinación y salir corriendo como desquiciada.

Lo último suena realmente tentador.

Nos acercamos al mostrador y pedimos una porción familiar de donas más para llevar a casa, después de unos minutos nos entregaron la gran bolsa de papel con aquellas delicias dentro y emprendimos nuestro camino. Apenas salimos de la cafetería la campanilla de la puerta sonó y el frío nos invadió de inmediato. Tragué con fuerza cuando me di cuenta de que aún sostenía la mano de Nate y me solté de golpe, metiendo ambas manos dentro de los bolsillos de mi sudadera.

No ahora, por favor.

Lane Foster, te estoy hablando —Repitió él, caminando junto a mí—. ¿No dirás nada? ¿De verdad?

Pues qué quieres que te diga, hombre.

—El silencio dice más que mil palabras —Canturreé, desviando la mirada y sintiendo mi cuerpo tiritar—. Hey, hoy el clima está muy peculiar, ¿no?

El chico se puso frente a mí y comenzó a caminar de espaldas, mirándome fijamente. Una de sus cejas se enarcó y yo imité su acción.

—¿Qué? —Pregunté—. Hederson, camina como una persona normal, te vas a caer.

—No hasta que me digas algo.

—Algo.

Entrecerró los ojos e hizo un pequeño puchero, acelerándome el corazón, ¿es en serio?

—Hoy estamos muy chistosos, ¿no? —Bufó, continuando con su rara caminata—. Y tienes celos porque yo sí puedo caminar así y tú no, tu torpeza no te lo permitiría.

¿Me está retando? Él en definitiva lo está haciendo.

—¿Qué te hace creer que no? —Fruncí las cejas y me detuve de golpe— Observa y aprende.

Giré en dirección contraria a nuestro camino y comencé a caminar de espaldas con algo de temor, ¿y si chocaba y mataba a alguien? El piso estaba resbaladizo debido a la nieve que había caído hacía unos días. Aún así, no dejaría que Nathan Hederson me llamara torpe y dijera que yo no soy capaz de caminar como él.

Un Dulce InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora