El timbre sonó, qué rápido pasó el tiempo, fui a abrir.
—Buenas noches, señor. Pase, ya le traigo el reporte. — Me hice a un lado para que Ellison fuera directo a un sillón. Su mirada me escudriñó de arriba a abajo.
—Buenas noches, señorita, pero, ¿antes no preferiría ir usted a cambiarse?— Le eché un vistazo a mi atuendo. ¡Carajo! Pensé que me había cambiado.
—Sí, un momento.— Decir que corrí fue poco.
Tomé unos leggins negros y una camisa corta color papaya, no era una gran combinación, pero al menos no tenía huecos, o se me veían las nalgas.
Al salir del dormitorio encuentro a Ethan sentado en el sillón, un poco rígido, a mi parecer.—Los papeles están en la mesita de la cocina, ¿Vienes?— Me encaminé hacia ella, el castaño detrás de mi. Al lado del documento estaba el plato con arepas.
Se veía delicioso, a decir verdad.
Me incliné un poco, tomando la carpeta con una mano y el plato con la otra.—¿Quieres?— Ofrecí, me dirigió una mirada de desconfianza.
—¿Esto no me va a matar?— Cuestionó entrecerrando los ojos.
—¡Por favor! No soy mala en la cocina, es más, todo lo contrario— Sonreí abiertamente —Además, no se contesta la pregunta de una persona con otra.
Él negó divertido y se acercó a una de las sillas mientras yo lavaba un plato en el cual servirle. —¿Te gusta la miel o prefieres el chocolate? Si no te gusta ninguno, siempre puedo picar algo de fruta— Me apresuré a decir.—Con chocolate está bien.
Pasamos los siguientes, tal vez quince minutos en silencio.
—¿Sabes? Mi idea no era estar en este momento sentado, ingiriendo arepas de dudosa procedencia, pensé en llegar a la puerta y que tendieras los papeles para volver a subirme al auto y llegar a descansar a mi casa.
—Oh, lamento si te retuve— Sonaba un poco enfadada, ¿Quién se cree? Le di comida y jamás pensé que mi presencia le incomodaría, debí ser menos despistada y tener los papeles listos y a mano —Pero no lo seguiré haciendo— Quité su plato fuera de su alcance —Puedes irte, ya tienes los papeles, no te entretengo más. —Ahora más que enfadada estaba avergonzada.
Caminé a la sala, o por lo menos eso intentaba hacer antes de que su mano me retuviera.—No lo tomes a mal. Sólo digo, que no siempre las cosas salen como uno quiere. A veces eso puede ser bueno, cómo esto, pero en casos puede ser todo lo contrario.— Suspiró —No quería enfadarte, o que te incomodaras.— ¡Vaya! Ahora me sentía como una estúpida.
—Disculpa mi escena, o si lo mal entendí, igual, no tengo derecho a molestarme, de seguro tienes mejores cosas que hacer antes que estar aquí.
—No confundas, no hay lugar dónde quiera estar que aquí— Se retractó enseguida —Es decir, necesitaba esos papeles, sí, eso.— Se llevó una mano detrás de la nuca. Nunca lo vi así, tan...
¿Avergonzado? Tal vez era la única manera de describirlo en el momento. —Creo que es mejor que te deje descansar— Hubo una pausa, me miró directo a los ojos. —Buenas noches, Ella, te veo mañana.— No pensé que fuera hacer lo que hizo a continuación, se acercó lentamente, podía sentir su respiración en mi mejilla y depositó un pequeño beso justo allí. ¡Demonios! Olía malditamente bien.
Se separó y lo acompañé a la puerta donde lo despedí con la mano y una sonrisa bobalicona en el rostro.
Reboté en la cama de sábanas rosas al dejarme caer.
Dirigí una mano a mi mejilla y sólo así supe que ahora estoy segura de algo...
Me está empezando a gustar Satán, y más de lo que debería.
¡Nuevo capítulo, porque nuestro Jensen está de cumpleaños!
ESTÁS LEYENDO
Eres mi maldito problema
Teen FictionElla aceptará una idea descabellada sin saber las consecuencias que esta traerá. No sabemos si para bien o para mal. Muchos dicen que para el amor, lo menos importante es la edad, pero hay personas que no comparten esa idea.