A la mañana siguiente decidí pasar por una cafetería en lugar de hacer el café. Pedí el café del jefe y un chocolate caliente para mí.
El día había amanecido frío, por lo que llevaba un suéter color crema, súper abrigador.
Al salir del ascensor y abrir la puerta de la oficina de satán choqué contra un pecho, y me tomo el atrevimiento de decir que estaba bien trabajado. Ahora mi suéter estaba bañado de una mezcla de café con chocolate, ¡Nada mejor para empezar el día!—Lo lamento, señorita, mi intención no fue esa.— Escucho la disculpa de Ellison y solo puedo pensar en que no me quedaré con ese suéter el resto del día.
—No se preocupe, señor.— Aquí vamos de nuevo con las formalidades. —Fue mi error al no tocar, no volverá a suceder.— Estaba tan concentrada en la mancha que no me di cuenta que a su lado había una esbelta mujer de cabello color miel y unos grandes ojos verdes.
—Cariño. Quitate eso, no vas a llevar eso todo el día.— Sonrió. Me agrada —Te quedarás en la oficina mientras mi hermano va por una de mis blusas a su casa, ¿verdad, Ethan?— Lo miró amenazante.
—Sí, Ella, ya vuelvo.— Me dio una última mirada y tomando las llaves de su Alfa Romeo.
—Así que, ¿Tú eres Ella?— Arqueó una de sus muy perfectas cejas, la mujer podía ser intimidante si ella lo quiere.
—Pues creo que sí, así me llamo.— Estiré la mano —Ella Stone, un placer.— No le prestó ni la mínima atención a mi mano cuando ya me encontraba envuelta en sus brazos.
—El placer es mío. He escuchado hablar de tí. Por tu hermana, claro.— Se corrige. —Eres tan linda a cómo te describían. ¿Cuántos años tienes?— Otra parlanchina interesada por mi edad.
—Tengo veintitrés, recién cumplidos.
Llevábamos media hora hablando, me había quitado la camisa, quedando solo en un top negro, sabía varias cosas sobre ella, como que tiene veintiocho años y que es la única hija de su familia, que su único hermano es Ethan, y que hace ya varios años, su padre había muerto, es madre soltera de una hermosa niña de tres años, llamada Ally.
La puerta se abre se golpe.—Lamento haber...— Sus ojos me recorrieron de pies a cabeza, quedando su mirada fija en mis pechos, Dios, que vergüenza. Tragó saliva —Tardado tanto, es lo único parecido a la talla de Ella que pude encontrar.— Estiró a mi dirección una sudadera de los dodgers dos tallas más grandes que yo.
—Muchas gracias— La coloqué rápidamente. —Bueno, yo iré a trabajar. Emma, muchas gracias por la sudadera, mañana te la devuelvo.
—No hay problema. Déjasela a Ethan— Sonríe. Salgo de ahí y me siento en mi lugar, a pasar todo el resto del día lo más normal que pueda.
Hoy Rachel me llevó a casa, por lo que me encuentro en cachetero y una blusa llena de agujeros preparando la mezcla para las arepas cuando suena mi celular.
—Hola, habla Ella.
—Ella, soy Ethan, Ethan Ellison, su jefe.
Mi corazón se aceleró —En qué puedo ayudarle, señor.
—Ha ocurrido un problema, el reporte de finanzas que me entregó, el computador desconoce el archivo. ¿De casualidad no tendrá usted una copia de él?
—Sí, señor, pero temo que está en físico.— Hurgué entre mi bolso —Lo tengo justo en mi bolsa.
—Perfecto. ¿Hay problema con que vaya ya mismo a recogerlo?
—No señor, aquí lo esperaré.— Bien, eso puede tomar otro sentido. —Con el reporte en mano.
La llamada finalizó y mi masa se iba a secar.
Corrí a la cocina, el señor Ellison tardaría al menos media hora en llegar, por lo que tendría tiempo de preparar las arepas y con suerte una malteada y luego cambiarme.
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Eres mi maldito problema
Teen FictionElla aceptará una idea descabellada sin saber las consecuencias que esta traerá. No sabemos si para bien o para mal. Muchos dicen que para el amor, lo menos importante es la edad, pero hay personas que no comparten esa idea.