Dejé de luchar, simplemente me dejé llevar hasta lo que parecía ser el fondo, siento un fuerte agarre en la cintura y poco después, como el aire vuelve a mis pulmones, me apresuro a sujetarme de los brazos con los que estoy siendo alzada, mi cabeza palpita, y empiezo a tiritar, el frío golpea fuertemente contra mi.
—¿Acaso no sabes nadar, niña?— Alcanzo a negar con la cabeza, me pesaban un poco los ojos. No sé que tan rápido llegamos a la habitación, sólo sentí cuando fui puesta con sumo cuidado, cómo si de un pétalo se tratase —¿Puedes levantarte?— Hago el amago de levantarme y cuando estoy segura de dar un paso, en dirección a la maleta, mis pies flaquean y Ethan me toma de la cintura, me vuelve a depositar en la cama y es ahora él el que se dirige hacia mi maleta, toma un short de pijama y una camisa varias tallas más grandes que había por encima, empieza a revolcar un poco más afondo, me pregunto que busca, hasta que lo miro tomar unas bragas negras de algodón, ¡Dios! si antes estaba pálida, tengan por seguro de que hora parezco una fresa, totalmente ruborizada. Me extiende la ropa —Me daré la vuelta para que te cambies, no puedes mantenerte de pie, así que avísame si necesitas ayuda.— Dicho esto, se da la vuelta y coloca sus manos detrás de la espalda con la mirada hacia los pies, parece un perrito guardián, bufo ante tal comparación.
Intento bajar el cierre del vestido, pero se me hace difícil, todavía mis extremidades siguen entumecidas —Ethan— Lo llamo por su nombre, él voltea y me mira con un gesto de pregunta en su mirada —Po-podrías ayudarme a bajar el cierre, no logro hacerlo, di-digo, si no es mucho pedir.
Se aproxima con pasos lentos hacia mi, y a como puedo vuelvo a ponerme de pie, esta vez sin intentar caminar, posa una de sus manos en mi espalda baja, en donde está el final del dichoso aparato, y con la otra empieza a bajarlo, si piel caliente contrasta con lo frío de la mía, las cosquillas se vuelven a hacer presente, al terminar su labor vuelve a su posición inicial, y yo a duras penas termino de cambiarme.
—Ya puedes voltear— Y él lo hace —En verdad te agradezco que me hayas salvado, no sé con que pagártelo. Ethan sólo asiente y se dirige a la puerta. Lo vuelvo a llamar por su nombre, y él se voltea de nuevo, luce pensativo —¿Po-podrías quedarte? Tengo mucho frío— ¿Qué estupideces estoy diciendo? Qué pena, pero el parece reflexionarlo
—Sólo déjame cambiarme, ya vuelvo— Cierra suavemente la puerta detrás de él.
Han pasado al menos quince minutos cuando me empiezo a quedar dormida, resignada a que sólo dijo aquellas palabras para salir rápidamente de aquí, cuando estoy a punto de introducirme en un increíble sueño, un pequeño rayo de luz entra desde el pasillo y oigo cómo la puerta es cerrada, abro los ojos y lo veo de pie, ahí frente a mi
—¿Me vas a hacer un espacio o tendré que dormir en el piso?— Cuestiona y veo una pequeña sonrisa colarse por su rostro, me hago a un lado y el se recuesta junto a mí, a una altura más elevada que yo, por lo que pasa el brazo detrás de mi cabeza, y con su otra mano me empuja un poquito más hacia él, sin miedo alguno me acurruco en su pecho, ahora siento que estoy a salvo, que no volveré a caer, mis parpados vuelven a pesar y esta vez caigo en un profundo sueño.
Estaba tan cómoda, no quería moverme y que todo se acabara, pero nada es para siempre, así que abrí los ojos lentamente topándome con unos maravillosos ojos verdes que me miraban, ¡A mí!
Lo siguiente que pasó no fue menos raro que eso, se quedó y charlamos de todo un poco, desayunamos juntos, sentados en la cama, sonriendo cada dos por tres.
Tomé el valor para preguntar algo que me venía planteando —Oye— Intenté llamar su atención, y parece que funcionó, pues ahora me miraba con una sonrisa —Estaba pensando, ya que tenemos un día libre, ¿Te parece que vayamos a conocer algunos lugares? Claro, si quieres, no po— Me interrumpe
—Claro que quiero, hay que alistarnos, nos vemos enfrente en una hora, ¿Sí?— Asentí alegremente, él se levantó y cuando se iba a ir, se acercó lentamente y plantó un beso en mi frente, la sonrisa que tuve después de eso no me la podrían quitar tan fácil.
¿Sigo?
~Sunshine☀️
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Eres mi maldito problema
Teen FictionElla aceptará una idea descabellada sin saber las consecuencias que esta traerá. No sabemos si para bien o para mal. Muchos dicen que para el amor, lo menos importante es la edad, pero hay personas que no comparten esa idea.