El día estaba caluroso y lo único decente que tenía limpio era una camisa de tirante delgado color negra, algo escotada para mi gusto, y me había puesto una falda entubada por las rodillas color blanca, para que combinara.
Ethan me tenía de aquí para allá, entregando papeles hasta recepción, yendo a mensajería, escribiendo reportes, llevándole el almuerzo, dejando su lujoso traje azul en la tintorería, recordándome más de diez veces que el jodido lavado era en seco.
Desde hace quizá poco menos de un mes, se había comportado extremadamente recto, me había vuelto a llamar de usted, y se podría decir que se volvió algo tosco.
Había vuelto al inicio de todo y no me había dado cuenta.
Mientras mis sentimientos hacia el señor gruñón se habían aclarado un poco más. Se notaba que era atracción, pero era algo más que simple atracción sexual. Lo que había visto de él, la parte más risueña, me atraía completamente, y no voy a negarlo.
A cómo no voy a negar que el sentimiento no era mutuo, podría tener esposa, claro está que no, puesto que no lleva un anillo, pero sí novia, o hasta podría ser gay, no sería la primera ves que me gusta un homosexual, luego les contaré esa historia, es bastante divertida.
—Señorita Stone, se puede retirar, tiene el resto de la tarde libre, pero la quiero a las ocho de la mañana en el aeropuerto.— Mencionó sin despegar la vista de los papeles que tenía entre sus manos.
—¿Por qué tendría que ir yo al aeropuerto?— Estaba cada vez más confundida y eso me irritaba.
—Por si no lo recuerda, Stone, déjeme recordárselo. Es usted mi asistente, por lo tanto, adónde yo viaje, usted también irá.
—Y mañana partiremos a Florencia, a firmar un a cuerdo con Armstrong Industries. Así que no se lo repito una vez más, la quiero puntual en el aeropuerto, con el café de siempre.— Alza la vista y ahora esta no se despega de mis pechos, hombre tenía que ser.
—Disculpe, señor.— Hice una pausa —Así será, mañana a primera hora estaré en el aeropuerto, tengo claro que soy su asistente, así como espero que usted tenga claro que mis ojos están un tanto más arriba de donde usted está mirando.— Mantengo mi postura firme.
Ellison carraspea la garganta y desvía su mirada hasta una planta justo al lado de la puerta, —Eso es todo, se puede retirar, tenga un buen día.
—Sí, Amy, tengo todo preparado— Busco una valija para empezar a meter lo necesario —Tengo una copia de todos los datos que el jefazo va a necesitar.
—También tiene...— La corto
—Sí, también tengo hecha la presentación, nada de lo que no me pueda ocupar— Meto algunas camisas con las que suelo dormir a la maleta, junto con mis productos de aseo personal
—Hecha algo abrigado, Venecia es frío.— Tan linda, pareciera nuestra madre.
—Lo dices como si alguna vez has ido.
—Lo he hecho, ¿Olvidas la vez que estaba tan emocionada por ir a conocer uno de mis lugares favoritos en el mundo, tanto así que no pude ni dormir? Bueno, resulta que el señor Ellison siempre se hospeda un mismo hotel, gratti, gatti, no recuerdo el nombre, pero sí.
Seguí hablando un rato más con Amy, hasta que dieron altas horas de la madrugada, así que me despedí, apagué el ordenador, coloqué la maleta junto a la puerta, lavé mis dientes y me dispuse a dormir.
A la mañana siguiente, cerca de las 6:30 a.m parecía una cucaracha cuando le echan bygon, corría de un lado al otro en busca de mi pasaporte hasta que recordé que estaba en el bolsillo secreto de mi bolso.
Más tonta no puedes ser
Calla, conciencia, no es momento de que aparezcas.
Les dejo un pequeño regalo.
~Sunshine.☀️
ESTÁS LEYENDO
Eres mi maldito problema
JugendliteraturElla aceptará una idea descabellada sin saber las consecuencias que esta traerá. No sabemos si para bien o para mal. Muchos dicen que para el amor, lo menos importante es la edad, pero hay personas que no comparten esa idea.