—No puedes dejarlo ahí durmiendo mientras nosotros subimos, Ethan— Veo como cierra la puerta luego de bromear con dejar a Demián en el auto hasta que volvamos.
—Por supuesto que no lo dejaré solo, tonta— Dice riendo para abriendo la otra puerta y tomándolo en brazos.
El elevador tardaba una eternidad en llegar al piso, pero cuando las puertas se abrieron y corrí a abrir la puerta, para que Dem pudiera descansar en el sofá mientras yo me dirijo a la habitación.
Tomo una maleta de abajo de la cama y empiezo a guardar mi ropa, algunas blusas, pantalones, shorts, tomo la bolsita donde se encuentran mis brasieres.
—¿Usas estas?— Pego un brinco.
—¡Por Dios, Ethan! Has ruido, tendrás que usar un cascabel— Observo lo que tiene en la mano, ¡Jesús! —Deja eso donde estaba— Su mano rodeaba mi panties de las chicas superpoderosas
—¿Pero las usas?— Me acerco a quitárselas, y las alza por encima de mi cabeza, en un descuido por robarlas, rodea mi cintura y me apega a él para luego besarme, se separa de mi boca por unos segundos —Tengo que verlas puestas— y luego continúa con su labor, miro de reojo el reloj y esta vez me separo yo.
Suspiro —Mira la hora, es tarde y tenemos que irnos— Tomo las panties para meterlas en la maleta y luego cerrarla, Ethan me la quita de las manos, y toma a Demián con la sobrante. —Dame eso, no puedes cargar todo a la vez, además, no está pesada.
Ya en su casa y lego de acostar a Dem, me demuestra la habitación en la que voy a dormir. Es linda, algo grande y acogedora, tiene una vista al patio trasero, una gran cama en medio, un pequeño tocador al lado de lo que supongo es el baño.
—Te dejaré descansar, luces muy cansada, si necesitas algo, mi habitación está en frente y muchas gracias por cuidar a mi hijo esta semana.— Dice cerrando la puerta tras él.
Tomé un cambio de ropa y entré al baño, aunque la bañera se veía tentadora, preferí una ducha rápida, me estaba muriendo de sueño, mi pijama consistía en un lindo jogging color y una camisa blanca manga corta además de mis panties, aunque no eran de las superpoderosas, sí eran animadas, el clima era frío, como para usar suéter, pero el frío era lo mío y preferí quedarme así.
Me recosté lentamente en la cama de madera oscura, era tan suave, parecía que las sábanas me abrazaban, ¡Carajo! Casi se me olvidaba poner la alarma, tan bien que me sentía, bueno, ahora sí, a dormir.
Abro los ojos y me estiro, pensé que esta noche dormiría como bebé, intento tranquilizarme, respirar profundo y contar hasta donde sé.
Me siento a la orilla de la cama con mis manos en las rodillas, inhalo, exhalo, vamos, sabes hacerlo. Paso las manos por mi pelo, necesito agua, mucha agua.
Salgo del dormitorio con mis chancletas, iba tan concentrada en mi respiración o en otra cosa que no noté la presencia de Ethan, hasta que carraspeó la garganta.
—Te hacía dormida— Susurré un, yo también, pero aquí me ves, a la vez que llenaba el vaso con un poco de agua fría y lo dirigía a mi boca. —¿Qué sucede? Si quieres decirme.
—Nada importante, la verdad, sólo ataques de ansiedad, que me dan de vez en cuando, manejables y no preocupantes— Lo observo detenidamente por encima del vaso de cristal.
—La ansiedad nunca dejará de ser preocupante, Ella.— Se sienta a mi lado y comienza a frotar mi espalda. —¿Te parece si te enseño un lugar que te va a gustar? Ven acompáñame— Lo sigo viendo que lleva en mano un pequeño vaso de Bourbon hasta la mitad, la bebida favorita después de la sangre de Damon Salvatore, eso es piensa en otras cosas.
Frente a nosotros posa una intimidante puerta de lo que parece ser nogal, y tras de ella, la biblioteca más hermosa que he visto, repleta con libros, a como debe ser, me encamino pasando la vista por cada uno de ellos, Hamlet, La divina comedia, cumbres borrascosas, La odisea, en griego antiguo.
—¿Sabes griego?— Lo miro en forma cómica, esperando a que diga algo como "Sólo lo compré por decoración"
—Λίγο— Para mi sorpresa, parece ser que me he equivocado y a él le alegra, pues lo pronuncia con una sonrisa socarrona en el rostro. —Estuve mucho tiempo en un internado, era eso o Ruso, el cual por cierto, también lo sé hablar. —Empuja suavemente mi cabeza hacia atrás con su dedo índice. —Pero eso será charla de otra ocasión, hora de dormir. —Mientras me hala fuera de la biblioteca, pero no entramos a mi habitación, sino a la de él. —Pensé que preferirías dormir conmigo— Dice besando mi frente ruidosamente.
Relajo los hombros cuando sus labios pasan por estos —Nada me encantaría más— Paso mis brazos por su nuca, sus labios suben por mi cuello hasta llegar a los míos, donde un beso íntimo nos une, por lo menos hasta que me tira a la cama y reboto, ahí es cuando suelto una carcajada, pero no deja de ser íntimo. —Ven aquí.— Digo al verlo de pie y sin moverse.
—Espera un momento, no me dejas apreciar del buen arte.— Me sonrojo a más no poder.
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Eres mi maldito problema
Teen FictionElla aceptará una idea descabellada sin saber las consecuencias que esta traerá. No sabemos si para bien o para mal. Muchos dicen que para el amor, lo menos importante es la edad, pero hay personas que no comparten esa idea.