10 - Tengo Algo Que Decirte

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De no creer. Era la nieta de Don Mauricio. Me dijo que se llamaba Jimena y que era la única que quedaba de toda la familia. Cuando murió Don Mauricio, Etelvina la llamó y ella vino enseguida.

_Y ahora, ¿Qué vas a hacer? -le pregunté.

_Después del entierro, vuelvo a Salta. Me quedaré uno o dos días más. Ya veré.

_¿Vos sabías que tu abuelo coleccionaba estampillas?

_Claro. Cuando era chica, me encantaba mirar los álbumes. ¿Por qué me preguntás?

_Tengo algo que decirte, pero ahora no puedo -le dije, bajando la voz y mirando de reojo a Gonzalo, que estaba distraído con un gato.

_¿Querés ir al departamento de mi abuelo? Yo ahora voy para allá.

_En un rato estoy ahí -dije, casi murmurando-, esperame

Lo agarré a Gonzalo de una mano y lo llevé otra vez a los juegos. Nos hamacamos, subimos al tobogán, fuimos al subibaja, jugamos una carrera, qué sé yo, habremos estado como media hora; al final, le dije que nos teníamos que ir porque era tarde. El enano protestó un poco, pero lo convencí y volvimos a casa. Lucas todavía estaba dando clases.

_Quedate un rato acá, que yo enseguida vuelvo.

_¿A dónde vas?

_A buscar algo para vos. Esperame.

_Quiero ir.

_No. Es una sorpresa. Si venís conmigo, no te doy nada.

Dijo entonces que se quedaba, pero por las dudas, salí corriendo,no fuera cosa que se arrepintiera. Al llegar a la esquina, me di la vuelta por si el enano me seguía. No me siguió. Volví a correr y no paré hasta llegar a la casa de Don Mauricio. Yo nunca había entrado, pero sabía dónde vivía porque me lo había contado Enzo. Era una casa de dos pisos, con un pasillo largo al costado, que terminaba en una escalera. Había tres departamentos abajo y tres arriba. El último, de arriba era el de Don Mauricio. Cuando llegué a la escalera, me di vuelta y esperé. Cero Gonzalo. Menos mal.

_Te estaba esperando -me dijo Jimena al abrir la puerta.

Tenía los ojos colorados. Se notaba que había estado llorando.

_Yo quería que mi abuelo se fuera a Salta conmigo. Pero él nunca quiso. A lo mejor, si yo hubiera insistido...

_Él no quería irse. Me contó que le gustaba vivir acá.

_Pero estaba muy solo... Igual, todavía no puedo creer que se haya...

_¿Suicidado?

_Sí. ¿Ya lo sabías?

_Me lo contó Enzo. Es lo que dicen los médicos y la policía. Pero yo no lo creo.

Jimena abrió los ojos bien redondos y se quedó mirándome, como si quisiera y no supiera qué. Entonces hablé yo.

_Don Mauricio no se suicidó. Lo mataron para robarle La Dama de Elche.

_La Dama de Elche no vale nada. Era una fantasía de mi abuelo.

_Si estoy equivocado, todavía tiene que estar en el cajón de la mesa. Fíjate.

Jimena abrió el cajón y se quedó mirando. Me acerqué. Había de todo, menos la cajita de !adera con tapa corrediza.

_¿Ves que tengo razón? No está, y tu abuelo la guardaba ahí. Yo lo sé porque él me la mostró y me contó toda la historia.

_Mi abuelo era muy fantasioso. Además, su enfermedad lo hacía confundirse e inventar cosas...

Me dio mucha rabia que la propia nieta pensara lo mismo que Enzo y Etelvina, que ni siquiera eran de la familia. Entonces le conté con detalles todo lo que chralábamos los sábados a la noche y también le dije que le llevaba pizza y un postre y no me importó si se enojaba o no.

_Y alguien que pide una porción de tarantella, que era el postre que más le gustaba, no se suicida. Al menos, hasta haberlo comido -terminé, enojado.

Jimena se quedó mirándome. Me pareció que estaba a punto de llorar.

_Te agradezco que te preocupes así por mi abuelo. Eso habla muy bien de vos, pero...

_Si la Dama de Elche no vale nada, ¿por qué no está en el cajón?

_Puede haberla guardado en otro sitio. Mi abuelo hacía eso. Cambiaba las cosas de lugar, se olvidaba y después revolvía toda la casa porque ni encontraba lo que buscaba. Es algo que tenía que ver con su enfermedad, ¿te das cuenta?

En eso estábamos, cuando sonó el timbre. Jimena fue a ver quién era y yo me quedé mirando todo. Veía las mismas cosas que antes veía por la ventana, pero diferente porque estaba adentro. Me parecía raro. La persiana de la ventana seguía cerrada. Me llamó la atención la biblioteca de los álbumes: era más chica de lo que yo recordaba.

_Pero que sorpresa. Miren quién está aquí -me sorprendió la voz de la visita que, a esta altura, ya me resultaba bastante odiosa.

_¿Se conocen? -preguntó Jimena.

_Claro -dijo Etelvina-. Cómo no nos vamos a conocer si somos del barrio.














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Un Secreto En La Ventana (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora