20 - Un Poco De Acción

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Acaricia mi ensueño
El suave murmullo de tu suspirar,
¡cómo ríe la vida
Si tus ojos negros me quieren mirar!

La voz de Jorge se oía desde la terraza. La pizzería estaba llenísima. Había gente parada contra la pared, contra el mostrador y en la vereda. Al policía no lo vi. Al francés, sí. Estaba casi acurrucado en un rincón, tratando de pasar desapercibido y haciendo de cuenta que escuchaba a Jorge. Seguramente el policía debe haber pensado que iba a ver un tipo corriendo, y al no verlo, salió derecho para la calle. Pero el tipo no era ningún estúpido. Sabía muy bien que no tenía que llamar la atención, y para eso lo mejor era quedarse quieto y, de a poco, ir acercándose a la puerta de calle y así escapar.

Y si es mío el amparo
De tu sonrisa que es como un cantar
Ella aquieta mi herida,
¡todo, todo se olvida...!

Etelvina seguía la letra con los ojos cerrados, moviendo los labios y balanceando la cabeza. Me di cuenta de que el francés la miraba. ¿Estaría preocupado por si ella lo veía? O al revés, ¿estaría tratando de que lo viera? Esto dependía de si eran cómplices o no. En un momento me pareció que lo que hacía era esconderse de ella. Como si tuviera miedo de que lo viera y lo llamara a gritos. Pero Etelvina no veía nada. Se dejaba llevar por la voz de Jorge y hasta que ni terminara de cantar, no volvería a la realidad.

El día que me quieras
La Rosa que engalana
Se vestirá de fiesta
Con su mejor color.
Y al viento las campanas...

Sin quitarle los ojos de encima a Etelvina, apoyado contra la pared y con el bolso colgando de una mano, el tipo se deslizaba lentamente en dirección a la calle. Yo estaba exactamente al fondo del local, con un mundo de mesas y gente interponiéndose entre los dos. En la cocina no había nadie. Enzo y su ayudante estaban acostados en el mostrador escuchando a Jorge. José, igual, sentado delante de la caja. Nadie hacía otra cosa. Solo escuchar al cantor de tangos. De repente, me di cuenta de que faltaba algo... Bueno, alguien... ¿Y el enano...? Recorrí todo el local con la mirada y lo vi. Estaba sentado en la otra punta del mostrador, cerca de la salida, paseando sus ojos, redondos como platos, del francés a mí y de mí al francés. En ese momento, miré hacia la calle y vi al policía. Gonzalo me estaba mirando a mí, entonces levanté el brazo y se lo señalé. El enano se dio vuelta, lo vio, saltó del mostrador y corrió a buscarlo. Increíble, el enano.

La noche que me quieras
Desde el azul del cielo,
Las estrellas celosas
Nos mirarán pasar
Y un rayo misterioso...

Cuando el policía se acercó a la puerta, yo, desde el fondo, señalé al francés. Gonzalo hizo los mismo y además dijo algo.

...hará nido en tu pelo,
Luciérnaga curiosa
Que verá... ¡que eres mi consuelo...!

_¡Arriba las manos! -gritó el policía, apuntando al francés con su arma y sin darle tiempo más que para soltar el bolso y levantar los brazos.


































Sólo 2 capítulos. Bye.

Un Secreto En La Ventana (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora