14 - La Plaza Del Encuentro

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El jueves a la mañana agarré a Gonzalo y me lo llevé otra vez a la plaza Matheu. El enano, feliz. Yo, preocupado.
El miércoles, tarde, cuando volvimos de la pizzería anoté varias cosas en mi cuaderno. Ninguna buena idea ni nada por el estilo; solamente lo que se me iba ocurriendo (casi todas preguntas), algo así como para poner un poco de orden en el lío que tenía en la cabeza.

*¿Qué pretende Etelvina con el francés? ¿Fue todo una casualidad o lo metió de Inquilino en el departamento a propósito?

*Ojo. Eso no tiene sentido. ¿Por qué “a propósito”?

*¿Etelvina y el francés serán cómplices?

*Pregunta importantísima: ¿quién mató a Don Mauricio? ¿Etelvina? ¿El francés? ¿Los dos (en el caso de que sean cómplices)? ¿Un tercero...?

A esta altura, cerré el cuaderno y me acosté. Pero a la mañana, apenas abrí los ojos, pensé algo que no entiendo cómo no se me ocurrió antes. Corrí al cuaderno:

1. Alguien entra al departamento de Don Mauricio para llevarse La Dama De Elche.

2. Don Mauricio no la entrega. Lo matan. Buscan la estampilla. No la encuentran.

3. ¡La estampilla todavía está en el departamento!

Más claro, imposible. Cuando fui al departamento con Jimena y vi que la cajita de madera no estaba en el cajón de la mesa, no tuve dudas de que se la habían llevado. Por eso le insistí a Jimena que la buscara. Porque si no estaba ahí, iba a entender que su abuelo lo habían matado para robarle la Dama De Elche.
Pero el asesino no la encontró. No, señor. La Dama De Elche seguía en el departamento.
Tenía que hablar con Jimena otra vez, pero por nada del mundo iba a ir a tocar el timbre a la casa de Etelvina. Lo que si podía hacer era pasar por la vereda de enfrente o ir a la plaza y esperar. Y precisamente eso fue lo que hice el jueves. A lo mejor, Jimena aparecía. Y apareció.
Estábamos en el subibaja, cuando llegó hasta nosotros la música de la quena. Era la misma melodía triste de la primera vez. Bajamos del subibaja y corrimos hasta la esquina de Irala y Magallanes. Ashi estaba Jimena, en el mismo banco que la otra vez, pero sin la mochila ni el charango.

_¿Qué tal, chicos? ¿Cómo están?

_¿Me prestás la quena? -dijo la quena, estirando la mano.

Jimena se la dio y le explicó cómo tenía que soplar para que sonara. El enano empezó a hacer ruido y yo me largué con todo.

_Estoy seguro de que la Dama De Elche todavía está en el departamento.

_Claro que sí. Yo creo que mi abuelo la sacó de la cajita y la puso en un álbum.

_Tenés que buscarla, Jimena.

_Te dije que la iba a buscar. Todavía no me voy. Etelvina me invitó a que me quedara en su casa. Te prometo que cuando se vaya el inquilino voy a buscar la estampilla y te la voy a regalar.

_No me la podés regalar. Vale muchísimo. Tu abuelo me dijo que era la herencia que te dejaba. Es para vos, ¿no entendés?

_La Dama De Elche era una fantasía de mi abuelo, Manuel. Me lo dijo...

_Sí, ya sé, Etelvina -la interrumpí.

_No es un invento de ella. Hay una carta de un filatelista muy importante, donde se habla del asunto. Etelvina averiguó todo. Le escribió a este hombre y él le contestó enseguida. Después me mandó la carta. Estaba muy preocupada porque decía que no se podía tener en la casa algo de tanto valor. Lo que quería era que guardáramos la estampilla en un banco, pero mi abuelo se enojaba porque le gustaba mirarla. Entonces a ella se le ocurrió consultar a un especialista, y cuando supo que no valía nada, se quedó tranquila.

_¿Y no te parece sospechoso que haya conseguido un inquilino, justo ahora?

_No, Manuel, no. Yo estoy contenta, porque con lo que me pagué de alquiler voy a poder comprar un montón de cosas que necesito para la escuela.

Iba a decir algo, pero me callé la boca. La verdad, no sé qué iba a decir. El que habló fue Gonzalo.

_Toma, te la devuelvo -dijo, alcanzándole la quena-. No me sale música linda como a vos.

_Pero te puede salir. Hay que practicar nada más.

Jimena saludó a alguien, levantando el brazo. Me di vuelta para ver quién era, a la vez que Gonzalo, que ya había visto quién se acercaba, me agarraba de la mano, nervioso.

_Hola, hola. De reunión en la plaza, ¿eh?

Etelvina, ¿quién, si no? Venía de la verdulería con dos bolsas enormes. Las apoyó en el suelo.

_Traje los choclos, así que cuando quieras, empezamos. Bueno, chicos -siguió, mirándonos a los dos con cara de bruja-, nosotras nos vamos, tenemos que trabajar.

_Le voy a enseñar a Etelvina a hacer humitas -dijo Jimena, sonriendo-. ¿Quieren venir con nosotras? Así Gonzalo puede practicar con la quena -dijo, ahora mirando al enano.

Gonzalo me apretó fuerte la mano. Lo miré. Estaba serio, con la vista baja.

_Gracias, pero no podemos -dije-. Lucas nos está esperando. Nos va a llevar a pasear.

El enano, agradecido por la mentira, aflojó el apretón (menos mal, ya me estaba doliendo la mano).















sólo quedan 8 capítulos. Bye.

Un Secreto En La Ventana (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora