7 - Sobremesa Del Domingo

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El domingo me levanté tarde, como todos los domingos. Leti me deja dormir, porque como trabajo sábado a la noche, dice que tengo q recuperar energías. Lucas también se levanta tarde, pero él trabaja más que yo, porque después del delivery se va a tocar con su banda y se acuesta a cualquier hora. Leti es la única que se levanta temprano; va a comprar el pan y después desayuna en la cocina leyendo un libro. Cuando yo me levanto, Leti me prepara el desayuno y después empieza con el almuerzo. Lucas es el último. Lo llamamos cuando está la comida lista.
Los almuerzos del domingo son largos. Nos gusta quedarnos en la mesa, charlando, contándonos cosas. Después Lucas y yo lavamos los platos y Leticia duerme un rato la siesta. Más tarde salimos los tres o vienen los de la banda a tocar a casa. Son lindos los domingos. Pero ese domingo, no. No fue nada lindo. Fue horrible.
Ese domingo me cayó en la cabeza como una piedra gigantesca y me partió en mil pedazos.
Estábamos por levantarnos de la mesa, cuando sonó el timbre de la puerta. Lucas fue a ver quién era. Leti empezó a juntar los platos para llevarlos a la cocina y yo la ayudé; como siempre. Pero me llamó la atención que Lucas tardara tanto. ¿Quién habría tocado el timbre? Dejé la panera en la mesa y corrí a ver quién había venido.
Era Enzo. Me pareció raro, peor no porque fuera él, sino porque no entraba. Estaban parados los dos, Enzo y Lucas, al lado de la puerta de calle, hablando bajito.

_¿Qué pasa? -pregunté.

Me miraron como si fuera un marciano.

_¿Se puede saber qué pasa? -repetí-. ¿Por qué no entran? ¿Qué hacen ahí parados?

_Enzo vino a contarnos algo, Manu... Pasá, Enzo, charlamos adentro.

Fuimos a la cocina. Leticia ya había empezado a lavar los platos, y ese trabajo es de Lucas y mío. Se lo dije a Lucas, Leti se levanta muy temprano, tenía que ir a dormir la siesta...

_Está bien, Manu, no te preocupes. Dejá todo, Leti, que después termianmos nosotros. Enzo me dijo...

_Algo muy triste -interrumpió Enzo, y me miró a mi-. Don Mauricio... bueno... vos sabés que estaba bastante enfermo...

_¿Estaba...? ¿Qué decís, Enzo...?

_Se murió, Manu...

_Pero si cuando yo lo vi, estaba bien... Entonces, anoche, cuando le llevé la tarantella...

_Hay cosas que todavía no están claras, Manu -dijo Lucas -. La policía tiene que investigar...

_¿La policía...? -dijimos Leti y yo, al mismo tiempo.

Enzo y Lucas se miraron como si no supieran qué decir o como si se estuvieran pidiendo permiso para ver quién hablaba primero. Y como ninguno se decidía, al fin habló Leti.

_¿Alguien quiere explicar que pasó con Don Mauricio, por favor?

_Parece que se suicidó -dijo Enzo-. Estaba enfermo... Vaya uno a saber... A veces la gente, en situaciones así, reacciona de maneras que uno no espera... No sé qué decirte, Manu...

Me quedé mirándolo. Yo tampoco sabía qué decir. Tenía un nudo en la garganta. O una piedra. No sé, pero algo tenía. No podía hablar. No entendía nada, y sin embargo, estaba clarísimo: Don Mauricio se había muerto. Peor, se había suicidado, seguramente porque no quería vivir viejo y enfermo como estaba... y yo... yo... nunca más iba a llevarle pizza ni postres a la ventana. Nunca más. Y la tarantella que tanto le gustaba, se la iba a tener que comer otro, porque él... Entonces sentí algo en la garganta... Sentí que el nudo se me desataba y que los ojos se me ponían húmedos y... Me fui corriendo a mi habitación. No me gusta que me vean llorar.

Un Secreto En La Ventana (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora