*Raro. Rarísimo. ¿Etelvina recomendándole un turista a Jimena para que le alquile el departamento de Don Mauricio? Acá pasa algo. Averiguar. ¿Cómo? De cualquier manera, menos preguntando a: Etelvina, Jimena, Enzo.
A la noche, como Leti necesitaba tranquilidad para estudiar, a Lucas se le ocurrió que Gonzalo y yo podíamos quedarnos en la pizzería, mientras él hacia el delivery. A lo mejor, a Leti la ascienden en el banco, pero antes tiene que dar un examen, por eso estudia tanto. La idea de Lucas estuvo buenísima. Ramón nos preparó una mesa especial, cerca de la cocina, y comimos toda la pizza que se nos dio la gana. Cuando Ramón vino a preguntarnos qué postre queríamos, un hombre flaco, alto, totalmente pelado, con antojitos redondos, pantalón negro y camisa larga y suelta, entró al local caminando despacio y mirando para un lado y para otro, como si buscara algo. Me llamó la atención. Recorrió las mesas con la mirada, una por una, las vacías y las ocupadas; así, llegó casi hasta el fondo del local, que es dónde estábamos nosotros. Después retrocedió, siempre mirando las mesas, tranquilo, hasta que al fin se decidió por una junto a la pared, a dos mesas de distancia de la nuestra.
_Yo quiero flan con dulce de leche -dijo Gonzalo.
_Y yo, con crema.
Ramón se acercó a la mesa del pelado, que ya estaba consultando la carta.
_Quieggo una pogción de muzzaguela y una empanada de caggne -dijo- . Y una cegueza.
_¿Es un turista, no? -preguntó el enano, qué también había parado la oreja.
_Sí -fue todo lo que dije. Quería pensar. No quería hablar. Mi cerebro funcionaba a mil.
Clavé los ojos en la pelada del tipo, como si ahí tuviera algo escrito; algo que me permitiera confilo que ya sospechaba. Ramón nos trajo los flanes. Gonzalo es delicado para comer. Se lleva a la boca porciones chicas, mastica bien, saborea. Yo soy un poco bruto. Si algo me gusta mucho, lo como de dos bocados. Cuando terminé mi flan con crema, Gonzalo todavía no iba por la mitad del suyo. Además, cuando come, no habla, así que me dio tiempo para seguir atento al pelado.
_Ggracias -le dijo a Ramón cuando le llevó el pedido-. Después quieggo una pogción de esa de vegdugas -y señaló hacia el mostrador.
_Acelga y salsa blanca -lo ayudó Ramón.
_Sí, ggracias.
Sería demasiada casualidad... pensé. O no, nunca se sabe. A lo mejor... Yo sospechaba, pero también dudaba. Lo increíble fue que justo en ese momento, mis dudas desaparecieron todas juntas. El enano todavía no había terminado su flan, cuando apareció Etelvina.
_Buenas nocheees. José, ¿cómo estás? -saludó, acercándose a la caja-. Enzo, ¿cómo va todo? -gritó, hacia la cocina-. Ramoncito, ¿qué tal?
Los tres respondieron contentos. Etelvina parecía la persona más querida en La Boca.
_Veo que siguió mi consejo -dijo, entonces, acercándose a la mesa del pelado-. Me alegro, acá se come muy bien.
_Sí, señoga, muchas ggracias.
_Cualquier cosa que necesite, ya sabe, me llama por teléfono. Acuérdese que voy a ir a limpiar por la tarde, así no lo molesto a la mañana y lo dejó dormir tranquilo.
_Muchas ggracias.
_Bueno, nos vemos, ¿eh? Me voy a charlar un rato con mis amigos.
El pelado movía la cabeza para arriba y para abajo, asintiendo a todo lo que decía. Etelvina parecía una máquina de hablar. Pasó detrás del mostrador y le dijo algo a José. Después siguió a la cocina y empezó a charlar con Enzo. Paré la oreja
_Atendémelo bien al franchute, que es amigo de Héctor Cardone, me lo mandó él.
_¿Amigo de quién...?
_De Héctor Cardone, el que me recomendó al especialista que consulté por la estampilla esa que al final no valía nada. Te lo conté mil veces, Enzo. Héctor era amigo de Don Mauricio se mandaban cartas los dos, después empezaron a hablar por teléfono y creo que alguna vez Héctor fue a verlo a Don Mauricio a la casa. Yo no lo conozco personalmente, pero hablamos mucho por teléfono. Es muy agradable.
_Sí, sí, ahora me acuerdo.
_Bueno, mirá lo que son las casualidades, resulta que este muchacho vino de Francia quería alquilar un departamento en La Boca o en San Telmo. Héctor se acordó de mí y pensó que podía ayudarlo a buscar algo por acá. Entonces me llamó. Cuando le conté lo de Don Mauricio, casi se me pone a llorar en el teléfono. Le tenía mucho cariño al pobre viejo. Bueno, palabra va, palabra viene, finalmente le dije que iba a hablar con Jimena a ver si estaba de acuerdo en alquilarle el departamento de Don Mauricio.
_¿Y Jimena qué dijo?
_Aceptó encantada. Imaginate, el francés le va a pagar en euros. Le conviene a cualquiera.
Gonzalo juntó con la cucharita hasta la última gota del caramelo del flan. Después me miró, serio, y dijo:
_Etelvina no me gusta. Grita mucho.
Nada es casualidad...
Y les informo que para el final de esta historia sólo quedan 9 capítulos.Bye.
ESTÁS LEYENDO
Un Secreto En La Ventana (Completa)
Mystery / ThrillerMANUEL TIENE 11 AÑOS Y VIVE EN LA BOCA, UN DÍA, MIENTRAS AYUDA A SUS AMIGOS DE LA PIZZERÍA DEL BARRIO, CONOCE A DON MAURICIO, A PARTIR DE ESTE ENCUENTRO, SE VERÁ ENFRENTADO A UN GRAN ENIGMA; DECIDIRÁ ENTONCES INVESTIGAR CIERTAS PISTAS QUE SOLO ÉL CO...