11. Espero que a ti te bese mejor

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Si había algo en el mundo que detestara con todas mis fuerzas, eso eran las sorpresas

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Si había algo en el mundo que detestara con todas mis fuerzas, eso eran las sorpresas. Es algo que jamás entendió nadie. Con Miki era una discusión constante, una tras otra, porque se aparecía por mi casa cuando le salía de las narices sin enviarme un mensajito antes o preguntarme si, tal vez, yo no tenía nada mejor que hacer con mi vida, y mi cabreo hacía que él se montara películas dignas de Oscar en su cabeza de idiota. Y ahí volvía yo a pensar en Miki, joder. Parecía monotema.

Pero ver a Gema correr hacia mí, a todos los chicos con su fuerte montado y a Vic sonreírme de ese modo, hizo que todo lo que pensaba de las sorpresas se fuera al garete. Podría jurar que eso era justo lo que necesitaba en ese momento.

Gema se me pegó con fuerza, abrazándome como si hiciera veinte años que no me viera, lo cual me haría gracia en otro momento, pero en ese lo necesitaba tanto que lo disfruté. Me estaba volviendo un puto ñoño de tenerlos lejos, o tal vez de estar con Víctor. Lo cierto es que no sabía el motivo.

—Jo, qué guapo estás —me dijo cuando nos separamos en lo que supuse quiso ser un susurro, pero terminó gritando a los cuatro vientos.

—Cambié mucho en dos días, ¿verdad? —bromeé, dándole un pequeño golpe en el hombro. Se rio con una falsedad muy graciosa y me hizo un movimiento de cejas que consiguió hacerme reír.

Todos se comenzaron a desperdigar por la playa. Vi como Ernesto y Nadia se iban corriendo hacia el mar acompañados de Migue, mientras que Víctor e Irene se quedaban en la misma posición en la que estaban. No me pasó desapercibido el gesto de disculpa de mi novio, lo que me hizo sonreír y apresurar el paso para llegar a su altura.

—¿Así que estudiando, no? —le pregunté sin perder la sonrisa. Se encogió de hombros y acentuó un poco más la mueca, pero no le di tiempo a decir nada. Lo agarré del brazo y lo atraje hacia mí. No sabía qué me pasaba, no entendía por qué no podía estar un solo minuto lejos de él. Tal vez era algo que me tendría que hacer mirar—. Gracias —murmuré sobre sus labios justo antes de darle un casto beso.

Me separé de él y vi como sonreía abiertamente. Me encantaba esa sonrisa.

No pude decirle mucho más ya que Ernesto y Nadia, ya empapados de arriba abajo, se acercaron a nosotros para obligarnos a meternos en el mar. Víctor se reía y yo protestaba, sobre todo porque le tenía pavor al agua de Málaga. Por mucho que Víctor dijera, estaba congelada. Pronto se nos acopló Gema, quien decía que estaba buenísima. Buenísimo el tornillo que le faltaba para decir semejante tontería.

No sabría decir cuánto tiempo estuvimos haciendo el tonto en el agua, pero al salir ya nos encontramos con Dani y Laura, que estaban en la arena con sus niños; y Rocío, quien charlaba animadamente con Irene. Víctor se acercó para abrazarla y aprovechó para empaparla entera, haciendo que la chica protestara.

No hizo falta que presentáramos a Gema y a Rocío, ya que ellas mismas lo hicieron. Ni siquiera podría decir quién dio el primer paso, ya directamente las recuerdo charlando y bromeando. Todos nos fuimos acercando para comer, Irene aprovechó el momento para acercarse a mí y pasarme un brazo por la espalda.

¿Repitiendo errores?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora