Viviendo con playboys|| Versión Pilurre

8

Me desperté por mi hermosa alarma que tanto me encanta, la apagué y me giré viendo como Raúl dormía. Él era el único en el que realmente podía confiar aquí.

-¿Tan guapo soy?- dice riendo y abriendo los ojos.

-No te creas eh- digo riendo.

-Encima que te apoyo me vienes con esas- dice haciéndose el ofendido.

-Venga ve a tu habitación antes de que alguien se dé cuenta de que no estás- digo levantándome.

-Si será lo mejor- dice yéndose.

Me duché y me puse algo sencillo para ir a clase, la verdad es que estaba emocionada ya que hoy es el partido de bienvenida y la actuación con las animadoras.

Bajé y recibí una mirada arrogante por parte de Purre a lo que yo no le di importancia y me senté al lado de Raúl a desayunar.

-Solo voy a decir que cada día te ves mejor Pili- dice Matías a mi lado.

-Déjala un rato Matías, eres un pesado- dice Raúl antes de que yo pudiera decir nada.

-¿Que pasa ahora es tu novia?- pregunta Matías con cara burlona.

-Bueno por lo que yo vi durmieron juntos- dice ahora Purre.

-¿QUÉ?- grita mi hermano.

-¿Ahora me espías o qué?- digo mirando a Purre.

-La verdad es que no me importas tú, me importa Raúl ya que se merece algo mejor- dice Purre dando otro sorbo a su café.

Yo solo fui hasta donde estaba Purre y le di una cachetada.

-Primero, no estoy saliendo con Raúl. Segundo, ¿Que pasaría si estuviéramos saliendo? ¿Que pasa que tienes cinco años y no puedes ver a tu amigo con novia o que? Y tercero, a mi no me vuelvas a faltar el respeto así en tu vida- digo agarrando mi mochila y saliendo por la puerta.

La verdad es que me había quedado bastante a gusto diciéndole todo lo que pensaba a Purre, aunque alomejor la cachetada fue demasiado.

Llegué a la escuela cabreada por la arrogancia de Purre, ahora lo único que quería hacer era meterle un puñetazo a algo. Por su culpa mi día pasó de estar emocionada a estar cabreada con todo y todos.

Entré por la puerta de clase captando la mirada de todos gracias a mi cara de enfado.

-Hey ¿Que te pasa?- me pregunta Zac ya que estaba a mi lado.

-Nada, solo que hay gente de mi casa que parezca que cada día pierde más neuronas- digo recordándolo todo con odio.

-Seguro que todo mejora ya verás- dice poniendo su mano en mi pierna haciendo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo.

-Gracias- digo sin que mis nervios se hicieran notar.

La verdad Zac me hacía bien, hizo que me olvidara del estúpido de Purre por unos momentos.

Llegó la clase de música, la verdad es que me encantaba cantar, nadie lo sabía obviamente ya que si me ven cantar pensarían que soy débil porque mi voz es muy fina y "adorable" por así decirlo. Obviamente no me importa lo que digan los demás pero esto es una cosa que solo me gusta compartirla para mi y nadie más.

En música siempre se prestan voluntarias las chicas que babean por los playboys, la verdad es que en mi interior puedo reírme bastante.

Por fin llegó la hora del partido, primero salimos las animadoras a hacer nuestro baile, la verdad salió increíble y lo disfruté bastante.
Nosotras nos quedábamos a un lado de la pista aplaudiendo mientras presentaban a los chicos del equipo. Les chocábamos las mano mientras pasaban, llamaron el último a Zac, chocó las manos con todas pero al llegar a mi que era la última me besó.

Todo el polideportivo aplaudió, la verdad no me quejo de que me besara, solo de que lo hiciera delante de todos. No le dije nada en ese momento para no dejarlo en evidencia pero estaba claro que luego del partido tendríamos que hablar.
Me senté junto a mis compañeras animadoras en unos bancos que estaban enfrente de la pista.

-¿Que ha sido eso?- me pregunta Tatiana que estaba sentada a mi lado.

-No lo sé, la verdad es que no me lo esperaba- le digo sincera.

-¿Te pasa algo?- me pregunta notando mi preocupación.

-Es que no sé si en realidad me gusta Zac, me hace sentir bien, me trata increíble ¿Pero es amor lo que siento por él?- le pregunto.

-Amiga lo único que puedes hacer es escuchar a tu corazón y estar con él solo si quieres y si piensas que es lo mejor para ti- me dice y después me abraza. Esas palabras me recordaron a Raúl cuando estábamos en mi habitación ayer.

¿Tendría que escuchar que me dice mi corazón o lo que dice mi cabeza que es mejor para mi?

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