"Paseo Onírico." parte 2

55 5 9
                                    


   Hitomi sintió escalofríos...

   Todo se volvió negro como el cielo tormentoso. No había ni lluvia ni viento.  camino sin un rumbo a seguir. El suelo a sus pies era raro, había humo y cenizas. Miró de cercas y se horrorizo.

   Estaba rodeada de huesos y cráneos, el suelo estaba caliente y algunos cuerpos ardían apestando el aire. Estaba en una gran fosa común. 

  Los cadáveres se apilaban en pequeñas columnas, hombres con máscaras de cuervo hacían el pesado trabajo. Rociaban alcohol y prendían fuego, todas eran víctimas de una enfermedad que conquistó casi todo el planeta, matando pueblos enteros y asolando ciudades.

   Hitomi comenzó a correr, corrió sin rumbo y sin detenerse. Y mientras lo hacía, las imágenes de horror eran las mismas. Era lo mismo que correr por el pasillo de una galería. Pero todos los cuadros eran de horror y sufrimiento. 

   Zaibach, Asturia, freid… Fanelia. Ningún país estaba a salvo. El porcentaje de sobrevivientes era bajo.

  Las piernas de hitomi no pudieron más y colapsó en el suelo. Levantó la cabeza solo para ver qué frente a ella se encontraba un cuadro colgado en una pared invisible.

  Las pinceladas eran como las litografías que yukari tenía del pintor van Gogh.

   Era la mansión de los albatou, las ventanas estaban rotas y casi todas estaban tapiadas con gruesos tablones, en el jardín, donde alguna vez se presumió de la gran variedad de rosales… ahora se erguían más de 10 tumbas.

     La mayoría de los adultos estaban muertos, escondidos en el ático de la mansión… 5 niños, dos adolescentes y un adulto sobrevivían de las sobras y zanahorias mustias. Afuera la mayoría de las casas estaban vacías. 

   Hitomi vio a dilandau tendido en un montón de colchas sucias. Jajuka le limpiaba el sudor de la frente mientras veía desolado como las venas de su cuello se tornaban negras.

   No duraría mucho. Era el único infectado, si no quería que los demás fueran alcanzados por la peste, tendría que sacar al niño de ahí.

   El canis tomó al muchachito en brazos mientras que eskarina sollozaba con un muñeco de felpa en brazos.

    Se tapó la boca al mirar que el resto de los niños sobrevivientes dormían en cobijas sucias. Ya había sido duro decirle adiós a Remy… no quería que chesta viera a su hermanastro morir de manera tan dolorosa.

   El jardinero bajó la cabeza y cerró los ojos cuando él canis paso con el niño a su lado.

   "¿Quieres que te ayude a cavar la tumba, jajuka?" Preguntó el hombre en un débil susurro. El canis negó.

   "No señor Gerard… ya has cavado muchas tumbas este mes."

   "Entonces déjame hacerlo a mí…" pidió el otro adolescente. El canis miró su semblante cansado, se veía desesperado por salir. Jajuka asintió.

   La gente del bosque era resistente a muchas enfermedades, por ese motivo no tenía miedo de contagiarse. La peste no afectaba a los canis, pero si a los feral y otras razas. La primera en morir, fue una criada feral. El segundo fue el encargado de los establos… el pequeño Remy era uno de los últimos.

    Guren y jajuka se miraron uno al otro mientras veían el jardín de tumbas. Ya no había espacio. 

   "Guren… debes llevarte a los chicos y a Gerard de aquí… yo me quedaré con él señorito." Guren lo miró extrañado.

   "¿Y a dónde iríamos?" Preguntó desesperado "en todos lados es lo mismo." Se burló "sólo es cuestión de tipo para que se manifieste la infección en el resto de nosotros…" dijo con pesar mientras sus manos temblaban.

Destinos Torcidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora