13. La alegría en las caderas

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"Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos."

Julio Cortázar.

Providencia, Santiago, RM, Chile.

Despertó con presteza, aletargado y sofocado con el brazo que le rodeaba el torso de manera demandante.

El móvil volvió a emitir la vibración que había perturbado su descanso. Refunfuñando estiró el brazo hasta aferrarlo entre sus dedos con fuerza.

―Enzo, dime ―Mateo apretó los dientes intentando no despertar a su compañía.

―Jefe, ¿puede venir? Necesitamos conversar. Nuevamente los de Narcóticos andan rondando el perímetro.

Mateo maldijo entre dientes removiéndose de un sobresalto, provocando que la chica despertara y se le quedara mirando con el ceño fruncido.

―Voy para allá, quédate quieto y no hagas nada, déjamelo a mí. Esos imbéciles no se cansan de hacer el papel de idiotas.

Cortó la llamada con un ademán furioso, escapando del agarre de la chica hasta deslizarse fuera de la cama, quien aún lo observaba ceñuda.

―Pensé que tendríamos este día para nosotros, en exclusivo ―hizo un puchero destacando su labial aún corrido en el contorno de sus labios. Tomó las sábanas intentando cubrir la desnudez de su cuerpo, con expresión confundida.

―No soy exclusivo de nadie, ya me conoces Patricia y en esto momento tengo que hacer ―sin más se enfundó con rapidez en sus pantalones y salió cerrando con fuerza tras de sí.

La chica quedó con las palabras atascadas en la garganta, intentando contener la decepción que inundaba su ser, después de todo llevaba involucrada con Mateo hace ya más de un año y siempre salía con estos desplantes, dejándola sola ante cualquier cosa.

La chica quedó con las palabras atascadas en la garganta, intentando contener la decepción que inundaba su ser, después de todo llevaba involucrada con Mateo hace ya más de un año y siempre salía con estos desplantes, dejándola sola ante cualquier...

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San Joaquín, Santiago, RM, Chile.

Susana se quedó petrificada frente a la puerta de su casa, medio abierta.

Con dedos temblorosos rebuscó en su cartera algo con lo que pudiera defenderse en caso de que alguien estuviera adentro. Con corazón desbocado y la angustia palpitando en su cuello, gimió desesperada al constatar que no contaba con nada que le sirviera de manera efectiva.

Resignada, tomó las llaves entre sus dedos temblorosos, sosteniéndolas con fuerza y rogando ser lo suficientemente rápida en poder enterrarlas en caso necesario.

Conteniendo el aire con fuerza en su diafragma, se armó de valor empujando la puerta hasta terminar de abrirla y colarse en el interior con sumo sigilo, cuidando de no hacer ni el más mínimo ruido ante cada paso.

Con deliberada lentitud traspasó la sala de estar colándose en el pasillo que desembocaba en las habitaciones una por una sintiendo el terror correr libremente por sus venas al ver el desastre que allí reinaba, alguien había desvalijado su casa, todo estaba fuera de su lugar o regado en el piso, una devastación y destrucción total abrumó su ya angustiado corazón. Regresó sobre sus pasos revisando el living, comedor y cocina, constatando que todo estaba en iguales condiciones de destrucción.

Valle de Amor ©  Libro UNO de la Serie AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora