6. Libertad es el comienzo

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"Y fue cuando estaba cayendo, que abrí mis alas y aprendí a volar."

Richard Bach.

Valle de Elqui, Coquimbo, Chile.

—¡No puedo creer que finalmente seamos libres! —señaló con efusión Alyssa, mientras su cabello enmarañado se agolpaba frente a su rostro provocando una infinidad de cosquillas en su piel.

—Quiero ser libre, libre como el viento, como diría La Noche— se carcajeó Rebeca, no menos enmarañada de cabello.

La velocidad al manejar era parte de ella y el viento de libre acceso colándose por las ventanillas bajas, hacía lo suyo. Ya habían recorrido casi la totalidad de las poco más de cinco horas de recorrido hasta La Serena y la vista preciosa de la carretera y naturaleza por doquier anticipaba del gratificante panorama que les esperaba.

Surcaron los últimos kilómetros con impaciencia y ansiedad a partes iguales, puesto que no podían esperar a reencontrarse con aquel lugar de sus recuerdos, por otro lado, Rebeca añoraba también con suma urgencia llegar al baño de chicas.

La notificación audible de proximidad con el destino emitida por Waze provocó un salto de campana al corazón de Alyssa, quien dio un pequeño grito de emoción al reconocer la fachada de ingreso a unos metros de distancia.

—¡Allí es! —chilló de inmediato señalando con su brazo extendido el letrero exterior que anunciaba el lugar.

Rebeca amagó en viraje cerrado, entrando en el recinto como un vendaval. Tras estacionar en recepción y admirar las visibles remodelaciones que se percibían a simple vista en el acceso de ingreso, las chicas dirigieron sus pasos a la oficina de administración.

Alyssa extendió su mano para empujar la puerta cuando esta fue abierta desde dentro de improviso, haciendo que debido al impacto saliera impulsada hacia delante.

—¡Hey! —Alyssa trastabilló un par de pasos intentando no perder el equilibrio ante lo que parecía una inminente caída, impactando de lleno contra el torso y brazos del responsable que abrió la puerta.

—¡Lo siento! —exclamó la voz masculina, mientras reaccionó de inmediato a aferrarla con firmeza entre sus brazos, antes de que la chica se cayera de bruces con la fuerza del impacto.

En fracción de segundos y al saberse libre de la caída, Alyssa levantó la mirada, con las mejillas encendidas por la vergüenza que la abrumó en el acto, descubriendo al dueño de aquella voz agradable y de las manos que aún la sujetaban con firmeza. Un par de hoyuelos pronunciados no disimulaban la sonrisa en el rostro masculino, aunque esos ojos azules la escudriñaban con atención y rasgos de preocupación.

—¿Estás bien? Lo siento, abrí a la carrera sin fijarme, fue mi culpa.

—Descuida, no fue nada... Yo iba entrando a la carrera también, así que asumo cuota de responsabilidad —concedió Alyssa aún anclada a esa mirada.

Su timidez la alertó de la extensión de tiempo que aquellas manos aferraban su brazo y media espalda, pero su instinto se vio momentáneamente eclipsado ante la intensidad y profundidad de aquellos ojos.

—¿Todo bien? Escuché un sonido—la calma voz de una joven mujer se materializó al costado.

—Oh si, solo un choque involuntario—rompió el silencio por fin Rebeca con una peculiar sonrisa—Favorablemente no hubo accidentada gracias a este joven de reflejos rápidos.

Fue en este instante que él fue consciente de sus manos, aun afirmando el delicado cuerpo femenino. Retiró las manos con rapidez y una sonrisa traviesa surcó su rostro, aunque el sonrojo de sus mejillas no tardó en aparecer.

Valle de Amor ©  Libro UNO de la Serie AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora