"Si te retienen a la fuerza, insultan, atacan, golpean o amenazan, no te confundas. Eso no es amor"
Anónimo.
Lo Barnechea, Santiago, RM, Chile.
El rayar del alba la sorprendió sin dormir, observando el techo, impávida y casi sin pestañear, tal como le venía sucediendo periódicamente durante los últimos meses producto del insomnio que la tenía sometida.
Los tenues pero radiantes rayos de sol que se colaron por la rendija de la cortina, acariciaron su piel con una delicadeza bienvenida prodigando una agradable tibieza y calidez que en cierta manera mitigaban de forma momentánea su agobio y pesar.
No importando de qué día de la semana se tratara, siempre su subconsciente meditaba con insistencia sobre la realidad de su vida y lo mucho que este hecho le pesaba, llegando al punto de robarle el sueño hasta altas horas de la madrugada.
Y todas sus reflexiones llevaban al mismo caudal: el verse enfrentada a una versión de sí misma que nunca había deseado ser. La sensación constante de estar viviendo de manera forzada sujeta a cuerdas invisibles; las que manejaban su diario vivir y acciones como si fuese una marioneta; la frustraba y desesperaba a partes iguales. Después de todo... ¿Qué bueno de todo aquello podía esperar o pretender si quien manejaba las cuerdas del otro extremo con una maestría y frialdad abismante era Joel?
Con premeditada lentitud y suavidad ladeó ligeramente su rostro hasta que pudo tener la imagen de un dormido Joel en su campo de visión. Un nudo instantáneo de desagrado se instaló abruptamente en su garganta, mientras que una torrentosa lluvia con recuerdos del altercado transcurrido la noche anterior acudía como rayos veloces a su mente, formando una película digna de una categoría de terror. ¿Cuándo se cansaría de hacer uso y goce de ella, en toda la extensión de lo que permitía la expresión?
Una vez más la había maltratado verbalmente enrostrándole todas aquellas cosas que ante su exigente y soberbia mirada la hacían indigna e imperfecta. Tal como si fuese una mujer llena de desperfectos incorregibles, o al menos, así lo enfatizaba él con desprecio.
Una vez más la había tomado sin más, disfrutando de su cuerpo como un delicioso bocado privado y exclusivo al que podía acceder cada vez que se encontraba con deseos, anclándolo y sometiéndolo a su enfermiza y aberrante voluntad, para luego desecharlo sin mayor miramientos ni consideraciones a un costado, cual prenda de vestir que usaba cuanto había deseado y luego arrojaba al canasto de la ropa sucia.
Una vez más la había denigrado remarcando con ahínco una absurda y enferma posesión de ella que no tenía pies ni cabeza, sino en su lugar un absoluto abuso de poder.
Asqueada, quitó la vista de él para, con suma discreción y delicadeza incorporarse en el borde de la cama.
Procuró controlar la sensación de asco que se anidó en su garganta y barrió con la mirada toda la extensión de la habitación intentando descubrir, pese a la tenue luz del ambiente, el paradero de la ropa que le había sido arrebatada ayer o alguna prenda cercana que le permitiera cubrirse.
Aferrando entre sus dedos la primera prenda que tuvo al alcance de su mano se medio vistió, encaminando sus pasos al closet para escoger nuevas prendas limpias y proseguir al baño. Se permitió unos minutos más de lo habitual bajo el chorro de la ducha, frotando con insistencia y desesperación cada espacio de su piel sin importarle que en el proceso quedasen llamativas marcas enrojecidas producto de la efusiva fricción llevada a cabo con las yemas de sus dedos y uñas, deseando poder arrancar de raíz el rastro nauseabundo del olor de Joel, impregnado a fuego, como si de un tatuaje al rojo vivo se tratara.
ESTÁS LEYENDO
Valle de Amor © Libro UNO de la Serie Amor
Storie d'amoreEl Valle de Elqui, situado en la Cuenca de Elqui es un paraíso terrenal que evoca al mismísimo Jardín de Edén. Un oasis coloreado a mano en donde la naturaleza se desborda con gracia y majestuosidad de borde a borde. Tras un extenso y extenuante pe...