Beast ♡ •[PJM]•

𝕋𝕙𝕠𝕦𝕘𝕙𝕥𝕤: 13

– ¿Eun?... Eun, despierta querida, abre los ojos...

Los ojos de la chica nombrada se abrieron abruptame en busca de aquella voz que la llamaba. El tono de la persona era tan dulce, relajante y le causaba cierta nostalgia, como si conociera aquella voz.

– ¿Hola?...

Asustada por que su vista solo le permitía verse a sí misma en un lugar completamente vacío y lleno de oscuridad, buscó con su poca visión entre la penumbra de aquel lugar.

– Hola querida...

– ¿Quién eres? ¿Qué es este lugar?

Una risa ligera y suave resonó en el lugar haciendo que girarse sobre sus talones un par de veces buscando luz.

– Lamentablemente sólo puedo responder a una pregunta... ¿Cuál crees que es más importante? Por que sé que tienes muchas.

La pelinegra pensó bien en lo que podría decir después, no sabía qué pregunta era la más importante, y optó por la más conveniente.

– ¿Dónde estoy?

– Estás en tu mente, sumergida en un profundo sueño, pero tranquila, tu mente no está siempre en negro o vacía, de hecho, tienes un mundo muy curioso y singular en tu mente, completamente diferente a la realidad.

– ¿Y quién te dió permiso para entrar en mi mente?

A la defensiva preguntó, se sentía ligeramente tensa y demasiado curiosa por saber más.

– No te preocupes, soy la  que gobierna en los sueños de las personas como tú querida, no te haré daño... Al contrario, vengo a darte un consejo.

La chica sintió un ligero mareo.

– No debes alejarte tanto del mundo como quieres hacerlo, no es bueno pensar todo el tiempo en ti misma y menos cuando alguien te necesita, tenlo en cuenta. Tengo fé en que no me equivoqué contigo.

De nuevo un mareo más fuerte, en su estómago se hizo un nudo.

– ¿Cómo... A qué se refiere? No entiendo nada...

– Estás despertando... Debo irme entonces, y por favor Eun, no dejes de intentar.

Con la respiración agitada y el pecho subiendo y bajando con velocidad, sus ojos azabache buscaron por toda la habitación, para confirmar estar en total soledad. No fue hasta que tocó su frente que notó la capa de sudor que la cubría. Al parecer aquel sueño extraño no la había ayudado en mucho para calmarse desde que había llegado.

Con pesadez y ligero asco por su sudor nocturno, se levantó de la cama dispuesta a recuperar el aire saliendo al balcón. Se sentía sofocada en aquella habitación, y al poder salir al aire libre pudo respirar con más tranquilidad.