"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Angels – Khalid
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Sus dedos rozaban las teclas del piano que se encontraba en medio de la habitación, pero no hacían presión alguna. Porque, lo sabía; que si llegaba a siguiera presionar una de ellas, solo saldrían notas sin un orden o sentido. Solo que, a veces, le gustaba castigarse a sí mismo con aquel recuerdo. ¿Por qué otra razón tendría dos pianos de cola?
Le gustaba sentir ese dolor, hasta que las lagrimas bajaran por sus mejillas, trayendo consigo los errores del pasado. Pero, sin importa su sufrimiento, no se arrepentía. Sí, fue un error, pero siempre supo lo que estaba arriesgando al aceptar aquella propuesta; y de igual forma la aceptó. Y, lo volvería a hacer. Lo cometería millones de veces, si es que en solo una hubiese logrado su cometido.
Así es como ahora se encontraba aquí; sentando frente a este gran piano de cola, recordando ambas vidas que desperdició.
Si cerraba los ojos lo suficientemente fuerte y se concentraba, todavía podía oírlos. Esos aplausos y el calor de los reflectores sobre su cuerpo, cada vez que sus rozaban esas teclas. Era un recuerda tan... vivido, como si hubiera sido solo ayer.
Pero, siempre se detenía en el momento que se volvía demasiado. Cuando los aplausos se transformaban en gritos de con aquella voz fuerte y potente, sus brazos ardían y podía sentir gotas cayendo de ellos, aunque cuando abriera los ojos no hubiera nada. Conocía su límite, pero había veces que todo era demasiado.
Puede que hoy hubiese hecho eso, pero en el momento que escuchó unos pasos acercarse desde su dormitorio, recordó que no estaba solo.
Un alto ser de cabellos dorados despeinados, solo vistiendo nada más que un suéter suyo, que deslizaba por uno de sus hombros debido a lo grande que le quedaba, vino en su dirección. Este traía una mirada confundida, mientras que sus ojos azules miraban alrededor, como si estuviese completamente perdido.
—Fue algo tonto de tú parte creer que no me daría cuenta de que me estabas siguiendo —dijo, volviendo a mirar las teclas del piano con una sonrisa arrogante en su rostro. Pudo escuchar al ángel bufar —. Si planeas jugar al "agente secreto", al menos deberías comer algo antes de salir sino quieres desmayarte.
Cuando levantó la mirada fue que pudo notar el ceño fruncido del rubio, quien se encontraba parado a solo unos pasos. Tenía que admitir que se le hacía demasiado difícil mantener la mirada fuera del ángel, porque simplemente tenía una belleza que hipnotizaría a cualquiera. Y, sin duda, no había pensamientos para nada puros pasando por su mente en el momento que este pasó la mano por sus cabellos, ocasionando que única prenda que traía se levantara, dándolo ver más de la ajustada ropa interior que usaba debajo.
