"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Demons – Imagine Dragons
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—¿Por qué él está aquí? —la voz era firme, mientras que un dedo señalaba a la persona que se encontraba a su lado. Sintió como su cuerpo tembló en ese momento.
—Y-Ya- Él ya se iba-... Yo- —solo salían balbuceos de sus labios, los cuales no podía controlar. El dueño de la voz se iba acercando, la imagen era clara. Ya había soñado con esto antes.
—Creí haberte dejado claro que no lo te quería ver cerca de él —la seña se convirtió en un puño. Sus ojos se cerraron en ese momento, esperando el impacto, pero no llegó. Cuando los abrió había un cuerpo delante suyo, protegiéndolo de aquel peligro —. ¿De verdad, Hemmings? ¿Planeas luchar sus peleas?
—No dejaré que vuelvas a hacerle daño —la voz del rubio era igual de firme. Quería hacer algo, lo que sea para que se apartara del camino, pero fue tarde. Aquel puño, que debió ser para su mejilla, impacto uno de los bellos ojos azules —. Mierda —el cuerpo del chico retrocedió contra el suyo, y sus brazos no tardaron en envolverlo.
—Lo intentaste, Hemmings, pero fracasaste —la mano del hombre envolvió su muñeca, apartándolo del cuerpo que intentaba proteger. Intentó aferrarse, pero fue imposible, no tenía las fuerzas —. Vámonos, no quiero que te vuelvan a ver cerca de él.
—N-No puedes- No puedes dañarlo —su voz salió un poco más fuerte, pero en fondo seguía siendo débil. Su cuerpo era arrastrado hasta fuera del teatro, hasta que el hombre se detuvo.
—Él no será el único dañado si es que no acaban con todo esto. ¿Entendiste? No me cansaré hasta que Luke Hemmings entienda que debe alejarse de mi hijo. Y, si no quieres que él acabe peor, acabaras con todo esto —su mirada era atemorizante. Miedo. El miedo jamás había sido tan grande hasta ese momento —. No quieres que esto acabe peor, ¿verdad, Michael?
Los ojos desaparecieron en el momento que los suyos se abrieron de repente, con la acostumbrada respiración agitada y el sentimiento de asfixia. Su mano fue a su pecho, en un intento de tranquilizar. Su mirada fue hacia el lado de la cama, vacía.
Sintió desesperación, creyendo que aún estaba soñando, y que no pudo evitar que aquel hombre dañé al rubio, pero se detuvo en el momento que la realidad cayó sobre él. Esta era otra vida, el dueño de aquella atemorizante voz ya no estaba, nadie corría peligro. Todo estaba bien. O, bueno, se suponía que debía estarlo.
Aun miraba el espacio vacío en su cama, donde el ángel estuvo los últimos días. No era lo mismo si él no estaba ahí. Y, no solo era porque fuera la única persona capaz de detener aquellas pesadillas, sino también se trataba del ese sentimiento de tranquilidad que lograba transmitirle. Como en aquellos recuerdos, el sentimiento era el mismo, y parecía nunca haberse desvanecido.
