"¡Vete al infierno!"
"De ahí vengo, ángel. Y, no hay forma de que me hagas volver"
Ambos estaban perdidos, en un lugar al cual no podían llamar hogar. Mientras que su mente lo único que lograba era confundirlos y no hacer nada fácil su estadía. Los...
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Angel with a Shotgun – The Cab
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Recuerda el sentimiento cuando se levantó de aquella y no encontró a nadie a su lado. Sintió desesperación, al no sentir aquel calor abrazando su cuerpo. También ansiedad, cuando comenzó a mover las sabanas en busca de alguien, mientras pensaba en que pudo haber hecho mal para ocasionar su huida. Finalmente, miedo, porque ese sentimiento de que algo tenia que andar mal se hizo presente.
Michael no huiría. Simplemente, esta vez, no tenía porqué hacerlo. No podía encontrar una razón lógica por la que el ángel caído haya escapado. Algo estaba mal, lo sabía, pero no tenia conocimiento de que podía ser. Todo parecía estar tan... bien.
Se encontraba ya con su ropa puesta (un suéter de Michael, y sus apretados pantalones), cuando llego al primer piso del lugar. Lo primero que captó su nariz fue el un ligero olor a quemado viniendo del lugar. Sus ojos fueron a la barra, para encontrarse con el causante de esto.
Calum se encontraba apoyado en la barra, con fuego saliendo de la palma de su mano, mientras un cigarro se encontraba en sus labios. Decidió acercarse lentamente, sin querer causar descontrol a aquellas llamas. Sabía el poco control que el demonio tenía sobre ellas. Por suerte, este se dio cuenta de su presencia, y le dedico una pequeña sonrisa. Una sonrisa forzada, la cual ocultaba el rastro de negras lagrimas secas que habían caído por sus mejillas.
—Imaginé que vendrías —fueron las primeras palabras del demonio, para luego votar el cigarro al suelo y aplastarlo con sus botas negras, apagando la colilla. Lo miró confundido —. Un presentimiento me dice que buscas a Michael, ¿verdad?
—N-No... Bueno sí, pero-... —jugó con las mangas del suéter del ángel caído. Era obvio que Calum sabía, hasta capaz Ashton ya tuviera unas grandes sospechas de que era lo que pasaba entre ellos, pero tenía el conocimiento que no era el único con problemas en este lugar —. ¿Te ocurrió algo? —esta vez, fue el turno del demonio de verlo confundido. Su pulgar se acerco hasta la mejilla de este, y limpio un poco del rastro de la tinta negra en ella. Él entendió.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —asintió sin pensarlo dos veces. Lo que sea si podía ayudar —. ¿No has pensado en lo que estas arriesgando por un ángel caído? Podrías estar en el cielo, sin preocupaciones, en... tu hogar. No tiene sentido que sigas acá por alguien como él.
No sería mentira decir que también pensó en eso, y tenía dos claras razones por las cuales su decisión de estar aquí eran (algo) validas.
La primera, no tenía su collar. Era más que obvio que sin ese objeto no tenía una forma de salir de este lugar. Estuvo atrapado desde el momento en que este fue arrancado de su cuello. Pero, siempre hubo otras soluciones que iniciar esta gran búsqueda con Michael. Ashton.
