Capítulo 22

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  Habían decidido utilizar una de las habitaciones para que, de aquella forma, pudieran tener algo más de privacidad. Mientras Linda y Ransom discutían, su padre estaba sentado en la cama, se mantuvo aparte de la conversación, un mero espectador, como había hecho toda su vida -o al menos los años que estuvo casado con Linda.

—¿Esto es a lo que optas? —se apoyó en el tocador de madera a su izquierda.

Aunque casi enseguida apartó la mano cuando sintió la fina capa de polvo bajo su palma. Se limpió con disimulo en el pantalón de su traje gris y se giró por completo a su cambiado hijo.

—Este es mi sitio —replicó sin interés.

Sabía que discutir con su madre era una pérdida de tiempo. Lo que no entendía era por qué se habían presentado allí, ¿solo para llevarle de vuelta?

Negó varias veces con la cabeza, sus manos a ambos lados de sus caderas mientras, resignado, oía a su madre desvariar.

—Una pocilga es tu sitio —volvió a asentir, con ironía—. Tu sitio está en casa, con nosotros y tu familia. No aquí. No tienes a nadie aquí.

—Sí, sí tengo a alguien.

Comentó sin pensar. Su madre entonces le miró sorprendida. No se esperaba que su hijo se hubiera enamorado de alguien. Richard y ella se miraron entre ellos, no daban crédito a lo que acababan de escuchar.

—¿Y piensas renunciar a todo por solo dos semanas de tonteo? —Linda se cruzó de brazos— Y yo que creía que eras el inteligente de la familia...

Ransom evitó con todas sus fuerzas entrar al trapo, sabía que lo mejor era ignorar y esperar a que se cansaran y se marcharan de una vez. Pero, desgraciadamente, Linda sabía perfectamente qué botón apretar para afectarle emocionalmente.

—¿Se lo has contado todo?

—Lo sabe todo —asintió lentamente.

—¿Y te ha dicho que no le importa? ¿Que no te tiene miedo?

Entonces la miró con el ceño fruncido, ¿qué pretendía conseguir con eso? Ransom sentía que el corazón se le encogía con cada paso que daba su madre hacia él.

—Es mentira —frunció los labios—. Eres un asesino, Ransom. Y eso es lo único en lo que pensará ella cuando discutáis, cuando te enfades... ¿De verdad te crees que lo tuyo con esa chica funcionará? Deberías dejar de ser tan egoísta de una vez, demostrarle a todo el mundo que has cambiado y dejar de hacer daño a la gente que te rodea.

Ransom agachó la cabeza. Sí, le estaba repitiendo todo aquello que él pensaba antes de quedarse dormido cada noche y tras despertarse cada mañana. Y dolía. Dolía muchísimo más cuando se lo decía otra persona. Y no podía creérselo, pero en el fondo tenía razón.

—Cuando vuelvas a casa, todo será como antes —le acarició la mejilla—. Tu casa, tu BMW, tu club de campo, tu ropa...

—¿Por qué queréis que vuelva? —inquirió receloso.

—¿Dónde vas a ir cuando te echen de aquí? Porque estoy segura de que lo harán cuando se enteren de lo que has hecho —alzó una de sus finas cejas—. No habría aparecido si hubieras ido a Bolonia como planeó tu padre. Hemos venido porque, ante todo, eres mi hijo. No tienes dinero, ni amigos, ni familiares que te quieran cerca de sus casas después de todo lo que has hecho, aparte de lo de Harlan.

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Gisela bajó del todoterreno prácticamente en marcha y se dirigió casi corriendo al interior del hostal, encontrándose con una Carolina y una Elena preocupadas. Avanzó hacia las escaleras, aunque no le dio tiempo a avanzar ni tres escalones, pues Alberto ya la tenía agarrada por el cuello, tras haberla lanzado contra la pared. Él lo había escuchado todo tras la puerta. Le dolía que una persona, a la que consideraba su hermana, le hubiera ocultado aquello.

Hearts Out | RANSOM D. (Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora