Capítulo 5

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  Pedro volvió a llevar a Ransom hacia el hostal, apenas habían hablado en todo el camino. ¿De qué iban a hablar igualmente? ya había intentado sacar tema de conversación, pero Hugh siempre le respondía de manera sarcástica y con desdén.

Pedro le dedicaba miradas de vez en cuando. Había visto muchos como él. Aunque muy pocos le causaban la sensación que Ransom había causado desde que puso un pie en su grúa. A diferencia de otros niños pijos, él mostraba un trasfondo oscuro y bastante triste. Quizás el contacto con la naturaleza, el ayudar y el formar parte de aquel pequeño lugar -aunque fuera solo por un par de semanas-, le vendría bien.

Con la mandíbula tensa y cara de pocos amigos, Hugh Ransom volvió a entrar en el hostal, tras Pedro. Quien, con una sonrisa, se dirigió a recepción para encontrarse con Carolina. La mujer frunció el ceño cuando les vio a ambos. ¿Qué hacía aquel tipo de nuevo allí?

—La caballería —se encogió de hombros.

Sin ni siquiera hablar, señaló hacia el pequeño cuartito que había tras el mostrador, justo al lado donde tenían todas las llaves colgadas. Ransom rodeó los ojos y volvió a sentarse en el sillón. Mientras que Pedro, seguro de lo que estaba por venir, entró en la pequeña habitación, seguido de su ex mujer -quien cerró la puerta de un portazo.

—Siempre dices que necesitas ayuda aquí —se excusó—. Además, Emilia —su hija— me ha contado que ha sido desagradable, por no decir algo peor —se rascó la nuca—. Es bueno para ti y para él. Quizás aprenda a valorar más el esfuerzo que conlleva llevar algo así.

—¿Pero tú qué te crees que es esto? —exclamó enfadada— ¿Un hostal o el nuevo centro de caridad del pueblo? Que no quiero a nadie aquí —protestó.

—Por lo que yo sé, este hostal también es mío. Tengo tanto derecho como tú de contratar a quien me dé la gana —se cruzó de brazos.

—¿Te digo yo que limpies el estercolero que tienes como taller? —zarandeó las manos en el aire.

Sin saber qué responder, Pedro solo desvió la mirada mientras bufaba. Pero entonces pensó algo que seguramente la acabarían por convencer.

—No te va a costar ni un euro —Carolina le miró recelosa—. Yo le arreglo el destrozo que tu hijo ha hecho, y para pagarlo él trabajará aquí. Solo tienes que darle un techo donde dormir.

—Cuando a ti te conviene es solo mi hijo. Te recuerdo que los dos tuvimos mucho que ver, ¿eh? —alzó una ceja y se detuvo un segundo— ¿No tengo que pagarle sueldo? —preguntó, ahora más calmada.

—No —volvió a negar.

Mientras la ex pareja discutía, Ransom había estado escuchándolo todo. No podía creerse que en serio estuviese en medio de todo aquello. Si no hubiera sido por el puñetero vuelo, él ya estaría en Bolonia, en el casoplón del amigo de su padre. Echó la cabeza hacia atrás y, cuando volvió la mirada en frente, volvió a ver al chico que había estado riéndose de él con Gisela la noche anterior.

El chico pasó con rapidez frente a él, volviendo a salir hacia afuera, bajo la fulminante mirada del castaño.

No mucho después, Carolina salió del pequeño cuarto y, tras ella, Pedro.

—¿Me puedo poner ya el peto? —inquirió con burla.

—El peto no sé —se encogió de hombros—, pero ropa cómoda y unos guantes sí.

Tras decir aquello, dejó a Ransom con el ceño fruncido. Salió y volvió a entrar bastante rápido, dejando su maleta y mochila a sus pies, acompañado de aquel chico otra vez.

Hearts Out | RANSOM D. (Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora