Ransom había reservado el primer vuelo con destino a España en cuanto Miguel le colgó el teléfono. No tenía tiempo que perder y no iba a permitirse a sí mismo perder a Gisela por nada.
Si tan solo hubiera servido para que ella siguiera su vida y fuera feliz con su familia postiza, lo habría aceptado. Pero haberlo hecho por nada le molestaba. Le había roto el corazón en vano, porque la que creía que era su familia había decidido darle la espalda igualmente. No, él no iba a darle la espalda también.
Sabía que en el avión no iba a dormir, que el entusiasmo por volverla a ver iba a ser tan grande que solo iba a poder pensar en su rostro y en cada milímetro que se había dedicado a memorizar a conciencia.
Cualquiera que le hubiera dicho meses atrás que iba a dejarlo todo atrás por una mujer, habría recibido una gran carcajada por su parte. Se equivocaba, ella no era solo una mujer, era su novia.
Aquel vuelo se le iba a hacer eterno. Lo sabía. Pero le daba igual.
Apretó el billete entre sus dedos, sentía calambres, pero le daba igual. Era la última oportunidad que tenía. Era más importante de lo que parecía.
Montarse en el avión, no había mejorado su actitud. En lugar de apretar el billete, ahora apretaba el bolígrafo con fuerza, nudillos blancos y puño completamente cerrado. Tal era la fuerza que ejercía y la ansiedad que transmitía, que la señora que estaba a su izquierda le miró con algo de miedo. Algo que solo aumentó al cerciorarse de quién se trataba.
Ransom, sin ganas de juegos ni de miradas acusatorias, alzó el bolígrafo como si fuera un cuchillo. La señora, asustada, se levantó del asiento y se dirigió a uno de los que habían quedado libres. Sonrió contento cuando por fin había encontrado la tranquilidad que necesitaba.
Sacó el libro de su pequeño maletín de cuero y lo colocó sobre la bandeja. Quería que aquel libro fuera mucho más personal para ambos, para Gisela. Quería que cada vez que lo abriera recordara el momento en el restaurante como uno de los mejores en su vida.
Al menos para Ransom iba a ser así. No esperaba menos.
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Cuando llegó a Madrid, ni se molestó en buscar otros Rent a car, ya sabía a cuál debía ir. El chico que le atendió la última vez seguía trabajando allí, algo que agradeció.
—Ya tengo el coche perfecto para usted —se dispuso a mirar los coches de primera gama.
—El primero que te salga, me da igual —pidió con urgencia, en español.
El dependiente, sorprendido porque hablara perfectamente español y porque no le exigiera un coche caro, asintió.
—Un Opel Corsa —le comentó.
Ransom rápidamente asintió y sacó su tarjeta de crédito para pagar la cantidad que fuera. No tenía tiempo que perder. Era más, no quería perder el tiempo allí cuando podía estar conduciendo de camino a la ciudad de Toledo para reencontrarse con ella.
Cogió las llaves casi sin darle tiempo al dependiente a reaccionar y, dirigiéndose hacia la puerta, gritó:
—¡Te lo devolveré mañana mismo!
Sentía que el corazón le iba a salir por la boca. Estaba más nervioso que cuando le llamaron por primera vez de la editorial. Sentía que era el comienzo del resto de su vida, su vida junto a Gisela.
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Estaba congelado en la entrada de aquel restaurante, lleno de tonos morados y negros. Había leído el cartel tantas veces, que era la única palabra que podía decir en voz alta.
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Hearts Out | RANSOM D. (Chris Evans)
RomansaJusto cuando más necesitamos que las cosas salgan bien, todo se tuerce. Lo que no sabemos es que quizás lo que realmente necesitamos es que nuestra vida se tuerza para descubrir cosas que ni siquiera nos imaginábamos. Lionsgate, eOne y Rian Johnson...